He estado pensando todo el día en que tema escoger para esta actualización y como no llegaba a la resolución he decidido ponerme a escuchar con los auriculares música esta noche, en concreto a Peter Heppner, y que sea la música de este alemán la que me inspire. Pero, seguramente será por el estrés del día, lo cierto es que ni Peter Heppner me inspira, así que finalmente he pensado que lo más fácil sería quedarme en España y en la época de la última actualización (años 20-30 del pasado siglo).
La historia está plagada de príncipes herederos que por adversidades del destino no pudieron reinar. Lo tenían todo, a saber un padre monarca, vida en palacio, buena posición social, muchos de ellos gran prestigio entre los súbditos de sus respectivos reinos… pero una jugarreta del destino, una revolución política, una invasión de algún país vecino, un hermano rebelde que los despoja del trono, una muerte prematura, cualquier contratiempo importante da al traste con su programado destino. En una de mis últimas actualizaciones hablaba de Luis XIX y su renuncia obligada a ser rey de Francia, pero hoy me toca hablar de un caso español.
De todos es sabido que Don Juan de Borbón, el padre del rey, fue el depositario de los derechos dinásticos de la Casa Real española tras la muerte de Alfonso XIII en el exilio. Pero es menos conocido que antes de Don Juan hubo un príncipe heredero mejor en derecho por su primogenitura en la sucesión al trono, se trató del Príncipe de Asturias (hasta 1933) Don Alfonso.
Alfonso de Borbón y Battenberg fue bautizado como Alfonso Pio Cristino Eduardo Francisco Guillermo Carlos Enrique Eugenio Fernando Antonio Venancio. Nació una primavera de 1907 con una importante enfermedad congénita, la hemofilia, que le transmitió su madre la reina Victoria Eugenia. Siempre tuvo una salud muy frágil que le impidió desarrollar plenamente sus atribuciones como príncipe heredero. De insuficiente formación como heredero no pude decirse de él que destacará por su inteligencia o lucidez. Se expresaba muy mal escribiendo y tenía curiosas aficiones como cuidar cerditos.
En abril de 1931 su padre se vió forzado a abdicar tras el importante resultado de los republicanos en las elecciones municipales del día 12. Y la II República llegó. Para Alfonso, que ni tan siquiera pudo salir de palacio por su propio pie cuando la familia real abandonó España, se empezaba a cerrar su posibilidad de ser rey. Alfonso XIII no pudo pensar en abdicar en Alfonso intentando salvar al menos el trono para su hijo, el príncipe era muy débil para ello y el descrédito de la monarquía española estaba bastante presente desde finales de los años 20.
Alfonso se enamoró en Suiza, donde estuvo para recibir cuidados médicos, de una cubana llamada Edelmira Sampedro, que no era de sangre real requisito que se exigía entonces para los derechos al trono en lo que era la regulación de los matrimonios de la familia real. A petición de Alfonso XIII el príncipe Alfonso hubo de presentar su renuncia a los derechos sucesorios por escrito. Era junio de 1933. Los derechos pasaron a su hermano Jaime, quien por ser sordomudo también hubo de renunciar. De esa manera fue Don Juan , el tercer hermano, finalmente el heredero de su padre, destinado a ser rey como Juan III. Pero ninguno de los tres hijos de Alfonso XIII llegó a reinar.
La vida de Alfonso sería desdichada incluso después de casarse o precisamente por eso. Edelmira no supo ser la mujer que todo hijo de rey necesitaba en aquel entonces. Vivieron en Florida y se divorciaron en 1937. Poco después se casó con otra cubana Marta Rocafort con quien también se divorció seis meses después, con ella fue aun más desafortunado. En 1938 presento una contrarenuncia en un inútil intento de figurar de nuevo como pretendiente al trono de España. Poco después murió en un accidente de tráfico al salirse su coche de la carretera. Una hemorragia interna le causó la muerte debido a su hemofilia. Murió olvidado por toda su familia, excepto por su madre que tanto lo quiso. Nadie lo llamó Alfonso XIV, que hubiera sido su nombre como rey, pero yo al menos si he querido hacerlo en el encabezamiento con un entrecomillado eso sí, pequeñas licencias de un amante de la historia.
Curiosa historia que no conocía al detalle, pese a ser muy reciente.
ResponderEliminarPara próximos posts, no te preocupes por el tema. La historia está llena de anécdotas.
Muy interesante, la historia nunca deja de sorprender y desde tu punto de vista, "yo", la disfruto mucho mas.
ResponderEliminarPero cuanto nombre, de verdad era necesario?
Perdon si hago gala de mi ignoracia, pero me ha sorprendido y a mi, hay que explicarme con manzanitas, jaja.
Un beso Antonio.
Muy interesante y curioso. Aún gustándome la historia, todavía hay muchos hechos; que aunque recientes desconocía. Gracias.
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