viernes, 31 de diciembre de 2010

Rusia y los Romanov (6): La caida del zarismo y los Romanov fuera del poder.


“No estoy preparado para ser zar, nunca quise serlo. No sé nada del arte de gobernar, ni siquiera sé la forma en que debo hablar a los ministros…”.
Nicolás II, zar de Rusia (1894)

Estas palabras las pronunció Nicolás II en el momento en que se hizo cargo del poder a los 26 años de edad, y en efecto no fue preparado para gobernar, ya que su padre Alejandro III murió prematuramente sin que Nicolás fuera instruido para ser zar. Esa carencia le llevaría a cometer bastantes errores, entre ellos entrar en una guerra contra Japón (1904-1905) que llevaría a la derrota rusa y a la consecuente Revolución de 1905. Esta revolución debía de haber sido un aprendizaje para el zar, pero el monarca ruso no aprendió de ello e hizo entrar a Rusia en la Gran Guerra en 1914, y precisamente los desastres de esa guerra facilitarían la Revolución de 1917.

La perdición de la Dinastía Romanov para con el poder tuvo un nombre, Guillermo II Emperador de Alemania y primo del zar, quien ejerció una mala influencia política sobre el zar que sería su perdición, fue Guillermo quien le indujo entre otras cosas a entrar en guerra contra Japón. Tras la derrota las protestas sociales le obligaron a convocar una Duma o parlamento, pero éste fue disuelto un año después sembrando de esa manera la semilla de la futura caída del zar al volver a un sistema autoritario.

La obsesiva pretensión rusa de jugar un papel predominante en los Balcanes, papel que de hecho ya había perdido unos años antes frente a Austria-Hungría, y su entrada en la Gran Guerra serían la sentencia para el zar. Al entrar en la guerra Nicolás II comprometía su futuro, el de toda su familia, y el de su patria. El asesinato del heredero al trono austro-húngaro en Sarajevo el 28 de junio de 1914 desencadena una guerra en toda Europa. Las tensiones entre las potencias europeas que se arrastraban desde finales del siglo XIX eran tan importantes que provocaron que la guerra acabara llegando, siendo el asesinato del archiduque Francisco Fernando el detonante. Los desastres de la guerra acontecidos para el ejército ruso y la consecuente revolución a principios de 1917 en Rusia provocaron la abdicación del zar en su nombre y en el de su hijo - el zarévich Alexis quien padecía hemofilia - a favor de su hermano el Gran Duque Miguel.

Miguel fue oficialmente el último zar de Rusia y no Nicolás II, aunque sólo lo fuera durante un día en el que vio claramente que no podría ser zar ante la complicadísima situación política. Con su renuncia al poder los Romanov perdían su condición de dinastía reinante. Nicolás II y su familia fueron detenidos y el Gobierno de Kerenski los envió en agosto a Siberia por su seguridad. La llegada de los bolcheviques al poder en el otoño de 1917 supuso un giro en el destino de Nicolás II y su familia al ser trasladados a Ekaterimburgo, donde se dispuso el asesinato de todos los miembros de la familia en el verano de 1918 ante el temor, en plena guerra civil rusa, de que se produjera una restauración imperial.

Con la muerte de Nicolás II y de toda su familia, la renuncia de su hermano el Gran Duque Miguel en 1917, y la inexistencia de derechos del hijo de éste, Jorge Brassov, por no pertenecer su madre a la nobleza y ser divorciada por dos veces, los derechos dinásticos pasaron a un primo de Nicolás II Cirilo Romanov, hijo del Gran Duque Vladimir quien a su vez era hermano de Alejandro III.

Cirilo fue un fraude para la tradición imperial de los Romanov, y al mismo tiempo una esperanza frustrada para el futuro político ruso. Esta contradicción se basa en el hecho que fue simpatizante de los revolucionarios de 1917, aunque protestó por la detención de su primo y su familia. Tras la detención de Nicolás II se apartó de los revolucionarios y tras el asesinato de Nicolás y su familia intentó una restauración imperial en su persona durante la Guerra Civil Rusa (1918-1921), pero al ver el fracaso del Ejército Blanco frente a los comunistas emigró a Suiza.

Ante el reconocimiento de las potencias europeas a la Unión Soviética, Cirilo se proclamó zar con el nombre de Cirilo I en 1924, aunque no fue reconocido por la mayoría de los miembros de la dinastía Romanov por su connivencia con los revolucionarios en 1917. Es especular pero posiblemente Cirilo hubiera terminado por implantar el liberalismo y la democracia en la Rusia de los años 20 si hubiera llegado a reinar. Murió en 1938 en una clínica de París sucediéndole en sus derechos al trono imperial su hijo Vladimir.

Vladimir Kirilovich Romanov, hijo de Cirilo, nació en Finlandia en 1917 y murió en Miami en 1991. Vivió la mayor parte del exilio en Francia y después en España, aunque pudo visitar Rusia al final de su vida cuando el régimen comunista estaba tocando a su fin. En una decisión muy polémica proclamó heredera de sus derechos dinásticos a su única hija María Vladimorovna. Los demás varones Romanov repudiaron esta decisión, ya que las mujeres están excluidas del trono según las leyes de sucesión imperiales, y se congregaron en la llamada Asociación de la Familia Romanov, cuyo jefe es Nicolás Romanovich pretendiente también al trono, descendiente de una rama menor por vía masculina de Nicolás I.

María, la hija de Vladimir, nació en Madrid donde residían sus padres en 1953. En septiembre de 1976 la Gran Duquesa María contrajo matrimonio con el príncipe Francisco Guillermo de Prusia, bisnieto del último káiser de Alemania Guillermo II. En realidad esta unión de manera premeditada o no daba continuidad a una tradición de matrimonios reales entre príncipes y princesas germanos y rusos que venía dándose desde el siglo XVIII. En 1981 nació de ese matrimonio Jorge Mikhailovich. Cuatro años después el matrimonio se divorció.

Tras la muerte de su padre Vladimir, María se autoproclamó en 1992 Zarina de Todas las Rusias, aunque sus pretensiones al trono son discutidas por los miembros de la Asociación de la Familia Romanov. La mayoría de las ligas monárquicas rusas reconocen los derechos de la descendencia de Cirilo Romanov, abuelo de María, por encima de la de Nicolás Romanovich, jefe de la Asociación de la Familia Romanov. El principal argumento a favor de los derechos de María es el hecho de que el resto de miembros de la Dinastía Romanov contrajeron matrimonios morganáticos, en consecuencia, contrarios a las leyes sucesorias imperiales rusas. Actualmente la relación entre las dos facciones de la Dinastía Romanov es inexistente.

María vive a caballo entre Francia y España. Habla español, francés, ruso e inglés, aunque también puede leer y hablar alemán, italiano y árabe. Su hijo Jorge utiliza el título de zarévich (hijo del zar, heredero al trono) además de Gran Duque de Rusia. Jorge vivió sus primeros años en Francia antes de regresar su familia a España. Desde el divorcio de sus padres en 1985 vive con su madre, mientras su padre vive en su Alemania natal.
Foto: María Vladimirovna
Feliz 2011 a todos.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Rusia y los Romanov (5): Auge y decadencia (1796-1905)




La Rusia que dejó Catalina II tenía una importancia y personalidad política mucho mayor que la que gozó durante el periodo de las sucesiones (1725-1762), lógicamente la estabilidad que otorgaba el largo tiempo de gobierno de la emperatriz (34 años) iba a favorecer el crecimiento en influencia de Rusia con respecto a una Europa con la que había tenido más bien poca relación.
Rusia a partir del reinado de Catalina se convertía en pieza clave para el equilibrio de fuerzas en Europa, y sería durante el reinado del nieto de Catalina, Alejandro I, cuando esta afirmación empezaría a tomar cuerpo en tiempos de las guerras napoleónicas. Se cree que Catalina tenía pensado nombrar heredero a su nieto Alejandro en vez de a su hijo Pablo con el que tenía una relación difícil, y es que Pablo nunca perdonó a su madre el desenlace trágico de su padre Pedro III. La sucesión natural, sin embargo, siguió su curso a pesar de la declaración en vida que Catalina hizo en el sentido que Pablo no era hijo de Pedro III, sino de su amante Saltykov.

Pablo I (zar 1796-1801) llevó a cabo una política contraria a la que desarrolló su madre. Rehabilitó la memoria de su padre, y desarrollo una contradictoria política exterior que le llevó a enfrentarse a franceses primero y a ingleses después, que eran claros enemigos entre sí. Se ha aceptado el hecho de que era excéntrico y algo loco de lo que daría muestras en la toma de algunas decisiones, no obstante también es cierto que era un idealista de buena moral. Sospechó que le querían asesinar y en efecto eso es lo que ocurrió cuando en una noche de marzo de 1801 una banda de funcionarios nobles despedidos por Pablo le provocó la muerte. Unos días después de su muerte fue coronado zar su hijo Alejandro, quien conocía la conspiración contra su padre, si bien a su favor hay que decir que no tenía conocimiento de que el desenlace iba a acabar en muerte.

Alejandro I (zar 1801-1825) fue uno de los zares más contradictorios. Su educación en la corte de su abuela Catalina donde reinaba el libre pensamiento, y las enseñanzas autócratas que recibió forjaron un espíritu que combinaba liberalismo y autoritarismo al mismo tiempo. Esas ideas contrapuestas se reflejarían en su forma de actuar durante todo su reinado. No obstante no dejó nunca que sus ideas liberales se impusieran a las autoritarias siguiendo la tradición autócrata de sus antepasados. Fue el primer zar en plantearse seriamente la abolición de la servidumbre, aunque Rusia no estaba preparada para ese paso ni para reformas liberales, además las presiones de la nobleza impidieron que llegara a ocurrir.

No puede decirse que en su reinado se produjeran grandes cambios en Rusia, cosa diferente sería su política exterior donde ponía más interés y energías. Una vez acabadas las guerras napoleónicas fue precursor de la Santa Alianza aliándose con Austria y Prusia para la defensa de los intereses monárquicos antiliberales en una Europa que se había visto azotada por el espíritu revolucionario francés.

De su matrimonio con Luisa de Baden, bautizada por el rito ortodoxo como Elizaveta Alekseyevna, tuvo dos hijas que no llegaron a la edad adulta. No obstante, aunque hubieran llegado a ser mayores las leyes de sucesión impuestas por su abuelo Pablo I excluían del trono a las mujeres. A su muerte fue sucedido por su hermano Nicolás.

El reinado de Nicolás I (zar 1825-1855) fue un paso atrás con respecto al de su hermano mayor, porque si bien con Alejandro no se vivió un progreso material e intelectual sustancial, con su hermano aun se restringieron más las pocas libertades que existían en Rusia. La sociedad fue vigilada estrechamente y la censura se impuso en todos los ámbitos, un ultra-conservadurismo impregnó la educación en pos de conseguir un adoctrinamiento tendente a mostrar una lealtad incuestionable al zar.

Nicolás fue considerado en su época el “gendarme de Europa” al ser el principal protagonista y defensor de la contrarrevolución europea en un tiempo el de su reinado en el que se multiplicaban los movimientos liberales. En 1848, cuando las revoluciones se propagaban en Europa, Nicolás estuvo a la cabeza de la reacción animando a los monarcas europeos a rechazarlas. Se mostró beligerante con los otomanos queriendo afianzar su influencia sobre los Balcanes. Esa problemática que recibió el nombre de la Cuestión de Oriente se convertiría con el tiempo en uno de los principales problemas políticos europeos de todo el siglo XIX, y también de los comienzos del siglo XX.

En la guerra de Crimea (1854-1856) los ingleses y franceses se unieron ante el temor de que Rusia venciera a los turcos otomanos con los que luchaba desde un año antes, y es que la victoria rusa significaba afianzar la posición de Rusia en la zona. La derrota demostró el atraso militar de Rusia ante las potencias europeas de la época. Nicolás I murió en 1855, un año antes del final de la guerra, siendo sucedido por su hijo Alejandro II (zar 1855-1881) quien pondría fin a la guerra contra turcos, franceses, e ingleses.

Alejandro II fue sin duda el zar más maduro política e intelectualmente de todos, en suma la cara opuesta a su padre. Es paradójico que al zar que representaba la apertura hacia el liberalismo y la esperanza de las libertades públicas en Rusia fuera el monarca que más intentos de asesinato recibiese. Se le recuerda sobre todo por ser el zar que afrontó el principal problema de la Rusia del siglo XIX, la abolición de la servidumbre del campesinado en 1861. Durante su reinado se puso en práctica una forma de gobierno liberal, y poco antes de morir estuvo de acuerdo en la creación de una Duma o parlamento. Su asesinato en 1881 trunco el desarrollo de las libertades políticas que simbolizaba, aunque tímidamente, el zar, ya que tanto su hijo Alejandro III como su nieto Nicolás II volvieron a la represión contra las libertades y al modelo de poder autocrático, en la creencia de que las reformas políticas sólo debilitaban a la monarquía.

En el reinado de Alejandro III volvió la autocracia férrea de tiempos pasados. Sin duda el asesinato de su padre determinó un giro político que conduciría a la perdición a la institución imperial en Rusia, aunque eso no parecía probable aun en su reinado. De hecho el reinado de Alejandro III fue corto pero muy beneficioso en lo material y de gran productividad industrial. Además fue un periodo de relativa paz. La forma autócrata de gobierno demostrada por el zar consiguió estabilidad política, pero los problemas sociales irresueltos que venían agravándose desde tiempos del reinado de su padre acabarían estallando bajo el reinado de su hijo Nicolás II (zar 1894-1917).

Con Alejandro III se vivió el último esplendor imperial de Rusia, con su hijo la decadencia cuyo primer reflejo fue la Revolución de 1905, una revuelta social, un jaque al zar y un aviso que no se supo interpretar para evitar el destronamiento de los Romanov.
Imagen: Alejandro II
PALABRAS ANEXAS
Feliz Navidad para todos!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Rusia y los Romanov (4): La Estrella del Norte.


Catalina II es, junto a Pedro I el Grande, el gobernante más popular de la historia imperial rusa. No era rusa, aunque tenía una lejana ascendencia que la vinculaba a Rusia, no corría tampoco sangre Romanov por sus venas, sin embargo llego a ser zarina de Rusia durante 34 años. Es evidente que el precedente de traspaso de poder entre Pedro I y su esposa cerca de 40 años antes facilitó su conversión de zarina consorte a zarina con pleno poder, aunque eso fuera por medios irregulares.
El nombre originario de Catalina antes de convertirse a la religión ortodoxa era Sofía Federica Augusta. Era noble y también princesa germana aunque de un rango inferior. Recibió la educación de tutores franceses, lo que era muy habitual en la época. Al igual que su madre era una mujer muy ambiciosa que soñaba en convertirse en la esposa del futuro zar Pedro III, y en eso encaminó todos sus esfuerzos cuando supo que ello podría ocurrir. La elección de la esposa del Gran Duque Pedro, que fue decisión de la zarina Isabel I tía de éste, no pudo ser más desacertada para el futuro zar, pero a Isabel I le gustaba Sofía y la boda se llevó a cabo en el verano de 1745. Posiblemente vio en ella lo que muchos veían cuando la consideraban inteligente, culta, hábil, sagaz, y muy apasionada, y ciertamente dejó muestras de ello.
El matrimonio fue un estrepitoso fracaso fundamentalmente por la torpeza e inmadurez de Pedro que no pudo consumar debidamente su matrimonio durante 12 años. Podría decirse que Pedro no era merecedor de aquella mujer que lo superaba ampliamente en inteligencia.
A principios de 1762 murió la emperatriz Isabel I y su sobrino Pedro se convirtió en Pedro III de Rusia. El nuevo zar se trasladó junto a su esposa Catalina al Palacio de Invierno de San Petersburgo. Pedro III sólo reinó durante seis meses, pero la impronta de gobierno que dejó fue nefasta, y es que hizo aquello que iba contra los intereses de Rusia. Sus orígenes germanos por parte paterna le llevaron a practicar una política filo-prusiana que en nada favorecía su estabilidad gubernativa y que provocaba el rechazo de una parte del ejército y de la nobleza.
En el mes de julio la Guardia Imperial Rusa, que estaba dirigida por el amante de Catalina, Grigori Orlov, se rebeló contra el zar y proclamó zarina a Catalina. Tres días después de los hechos Pedro III fue asesinado por el hermano de Grigori Orlov. Pedro no había tenido problemas en dejar el poder y sólo pedía regresar a su tierra y poder vivir con tranquilidad, pero el miedo de los conspiradores a que ocurriera un futuro regreso al poder del ex –zar mediante alguna sublevación le condenó a morir de manera injusta.
Catalina II fue una auténtica estadista y una de las figuras políticas más relevantes de su época. Si bien en su política interna no hizo mucho por mejorar la situación social y económica rusa, en el exterior su papel no pudo ser más beneficioso. Si para Pedro III Catalina II fue una tremenda desgracia, para Rusia su llegada al poder causó más beneficio que perjuicio. Ante todo intentó llevar a cabo una europeización del país recogiendo sin pretenderlo el testigo histórico de Pedro el Grande, y en efecto Rusia estuvo más presente que nunca en el contexto político europeo. Con ella Rusia vivió su máximo esplendor fundamentalmente por sus éxitos en política exterior, y es que consiguió ampliar sus fronteras con territorios como Crimea, Ucrania, Bielorrusia, Lituania y Curlandia.
Catalina hizo de Rusia la potencia dominadora del sudeste de Europa después de la primera Guerra Ruso-Turca (1768-1774). Las victorias rusas permitieron obtener el acceso al Mar Negro e incorporar las grandes estepas de la actual Ucrania meridional. En el concierto europeo anhelaba ser reconocida como soberana ilustrada y demostró un destacado papel como mediadora en conflictos internacionales.
Si en el plano político destacó no fue menos en el mecenazgo artístico viviéndose bajo su reinado una importante expresión de las artes, la literatura y la educación. Tuvo una particular y especial relación de amistad epistolar con Voltaire durante 15 años. Curiosamente nunca se vieron pero cuando el filósofo murió Catalina lloró amargamente su muerte. Voltaire dejó para la posteridad el apelativo de “La Estrella del Norte” a su querida zarina.
La relación de Catalina II con su hijo Pablo no fue fácil y parece probable que antes de morir quisiera dejar como heredero a su nieto Alejandro lo que finalmente no ocurrió. Murió en noviembre de 1796, un tiempo en que el Mundo comenzó a cambiar, un tiempo de revoluciones políticas y de cambios sociales.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Rusia y los Romanov (3): El tiempo de las sucesiones. De Catalina a Catalina.

“! Juro morir por vosotros, jurad vosotros morir por mí !”.

Isabel I de Rusia a sus seguidores (1741)

El periodo de tiempo que transcurre entre la llegada de Catalina I al poder en Rusia y la llegada de Catalina II (1725-1762) resultó inestable políticamente, fundamentalmente por las complejas sucesiones en el trono imperial ruso. De hecho el traspaso de poder de Pedro I a su esposa Catalina ya abría, sin saberlo en ese momento, un conflicto sucesorio para el futuro.

El caso de Catalina I es realmente sorprendente, y deja en poca cosa la sorpresa que supuso la llegada de Bernadotte al trono sueco, y es que parece ser que Catalina era una campesina polaca nacida en Letonia en 1684. Un caso más que curioso, una campesina de cuna convertida en emperatriz. En 1703 se convirtió en amante del zar Pedro el Grande y en 1707 se casaron en secreto. Tuvieron 11 hijos de los que sólo sobrevivieron dos hijas, Ana e Isabel (futura Isabel I). Sólo gobernó durante dos años (1725-1727) tiempo en el que quiso continuar la labor de su marido.

Antes de fallecer Catalina I era sabido que el único heredero varón de Pedro I era Pedro Alexevich, hijo del único hijo varón de Pedro I Alexis Petrovich, quien fuera castigado por su padre hasta provocarle la muerte estando encarcelado. Precisamente los problemas entre padre e hijo hicieron que Pedro I marginara a su nieto Pedro y no lo considerara para la sucesión, de hecho Pedro se encontraba en reclusión y totalmente ignorado por su abuelo. Al ser tenido en cuenta para suceder a Catalina es puesto en libertad y a la muerte de Catalina es proclamado nuevo zar (1727) con el nombre de Pedro II, tenía entonces tan sólo 12 años.

Pedro II fue confiado al cuidado del noble Vasily Lukich Dolgokurov y el día 30 de enero de 1730 se fijó la fecha del matrimonio del zar con la hija de éste, Catalina. Pero el día anterior el zar murió por el sarampión. Con su muerte la herencia masculina de los Romanov se extingue abriéndose entonces una nueva situación delicada en la sucesión. El trono recayó en Ana Ivanovna, hija del zar Iván V (hermanastro de Pedro I) y por lo tanto prima de Pedro II.

Podría parecer una auténtica maldición el hecho de no tener sucesiones al trono claras y consolidadas en Rusia durante esta época, circunstancia que seguiría sucediendo de manera sorprendente durante varias décadas. La llegada al poder de Ana I suponía el segundo reinado de una mujer en la Rusia imperial, a pesar de la preferencia del varón sobre la mujer para reinar era necesario encontrar sucesión.

La elección de Ana por parte de la alta nobleza – ella era la Romanov que menos probabilidades tenía de llegar a reinar-, venía dada por el pensamiento de que la nueva emperatriz sería fácilmente manejable, aunque pronto se vio que eso no sería así. Demostró resolución política al embarcarse en dos guerras durante su reinado (1730-1740), en la Guerra de Sucesión Polaca y en la guerra contra los turcos otomanos. En ninguna de las dos consiguió ganancias territoriales pero si dejó ver el poder de Rusia como gran potencia europea. Es también bajo su reinado cuando Rusia comenzó a expandirse hacia Asia Central, posiblemente su herencia más trascendental. Murió en octubre de 1740 sin dejar heredero, de nuevo el Imperio ruso se tenía que enfrentar a un nuevo traspaso de poder delicado al nombrar Ana a su sobrino-nieto Iván, que sólo contaba unos meses de vida, como su sucesor.

La historia de Ivan VI (zar 1740-1741) es una de las más tristes de la época por verse condenado a la cárcel siendo bebé y hasta su muerte cuando contaba con 23 años, no habiendo conocido la libertad en ningún momento. Trece meses después de ser proclamado zar bajo la regencia de su madre se dio un golpe de Estado que llevó al poder a Isabel I, segunda hija de Pedro I el Grande.

Isabel I (Emperatriz 1741-1762), hija de Pedro I, tuvo una educación deficiente lo que compensaría con su carácter fuerte y apasionado. Era mujer lujuriosa y excéntrica aunque tuvo algunos aciertos en el ejercicio del poder como la abolición de la pena de muerte (1744). Su fuerte carácter influyó en la crueldad que demostró con sus enemigos. Tuvo muchos amantes ya que en realidad no sabía estar sola, y además mala suerte con sus prometidos entre los que estaba Luis VX de Francia y el propio zar Pedro II con los que no pudo llegar a desposarse. Se caso con su amante Razoumovski en secreto. No dejó descendencia por lo que asoció al trono a su sobrino Pedro III, hijo de su difunta hermana mayor Ana.

Pedro III fue un zar con muy mala suerte, seguramente porque él mismo la buscaba. El nuevo zar no supo conectar con los intereses rusos, de hecho despreciaba la cultura rusa y admiraba la prusiana. Aunque perteneciente a la Dinastía Romanov su origen germano por parte paterna definió su manera de actuar en el ejercicio del poder. Tuvo la desgracia de casarse con una noble alemana llamada Sofía, quien cambiaría su nombre a Catalina al convertirse a la doctrina ortodoxa. A los seis meses de llegar al poder el amante de su esposa protagonizó un golpe de Estado que llevó al poder a Catalina, en adelante Catalina II. Pocos días después de perder el poder Pedro murió asesinado por los golpistas.

La muerte de Pedro III y la llegada al poder de Catalina II suponía una nueva sucesión de poder entre esposo y esposa, como lo ocurrido décadas antes entre Pedro I y Catalina I, pero esta vez sería de manera obligada y violenta. La sucesión de Pedro I y Catalina I había servido de precedente para una nueva sucesión irregular en el trono imperial ruso. Con Catalina II se cerrarían las complejas sucesiones hasta el fin del Imperio ruso ya en el siglo XX. En adelante los herederos al trono quedarían bien establecidos sin que hubieran especiales problemas.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Rusia y los Romanov (2): Pedro I el Grande

Hubo un zar de entre todos que destacó con luz propia y que dejó una huella indeleble en el tiempo, ese zar fue Pedro I (zar 1682-1725). Con él Rusia comenzó a ser la Rusia de Europa, la Rusia que caminó hacia Occidente por iniciativa de un soberano. Rusia era en el siglo XVII un oasis social a caballo entre Europa y Asia, aislada política y socialmente del resto de Europa. Con Pedro I Rusia empezó a ser un Estado más occidental gracias a una importante cantidad de reformas llevadas a cabo por el primer Emperador de Rusia.

Nació en 1672 siendo hijo de Alexis I y de su segunda esposa Natalia Naryshkina. No estaba destinado a reinar, de hecho esa circunstancia era bastante impensable teniendo en cuenta que tenía dos hermanastros con más derechos a reinar por nacimiento que él, Teodoro III e Iván V. Pero Teodoro III murió sin descendencia y con Iván compartiría el poder bajo la regencia de su hermanastra Sofía (1682-1689) y después hasta la muerte de éste en 1696.

Durante su niñez y adolescencia no estuvo muy preocupado de que fueran otros quienes ejercieran el poder por él y se vio abocado a una deficiente educación, no fue por tanto un soberano bien adiestrado. Pero su impronta supliría esa carencia. Su curiosidad le llevó a frecuentar el barrio de extranjeros en Moscú donde observó los progresos occidentales y aprendió políticamente con los comerciantes europeos.

Ya como adulto destacaba por su enorme estatura que superaba los 2 metros. Tenía un cuerpo mal proporcionado con respecto a su altura y sufría de un tic constante, sus piernas eran delgadas y su cabeza pequeña.

Pedro I buscó modernizar Rusia influido fuertemente por sus asesores occidentales. Reformas de todo tipo empezaron a surgir en un país diferente a todos, unas de las más trascendentales políticamente fueron las militares.

Rusia comenzó a nacer como potencia europea con Pedro I. El zar sabía muy bien que la base del poderío militar pasaba por tener una importante armada, y tener salidas por el Báltico y el Mar Negro de las que a pesar de su extensión Rusia carecía. El primer objetivo fue Crimea bajo el poder de los turcos otomanos a los que arrebató en julio de 1696 Azov fundando la primera base naval rusa en la región, aunque lo conquistado tuvo que devolverlo a los otomanos un año después. Más perdurable sin embargo fue lo conquistado a los suecos en 1721 tras la firma de paz que ponía fin a la Gran Guerra del Norte: Ingria, Livonia, Estonia, y parte de Karelia.

La historia de Rusia y el Imperio Otomano se tornó desde este tiempo hasta la llegada de los comunistas (1917) en permanente conflicto por el dominio de regiones de influencia entre los dos imperios. Pedro sabía que para poder enfrentarse a los turcos otomanos tenía que encontrar aliados en Occidente y con tal objeto realizó un viaje de incognito junto a una delegación rusa por Europa en 1697 al que se llamó la “Gran Embajada”. El viaje por Europa no logró su propósito, fundamentalmente porque en aquel tiempo Europa se encaminaba a una guerra continental, la Guerra de Sucesión Española, pero Pedro aprendió mucho de la cultura occidental lo que tanto influiría en su política posterior.

En 1721 fue proclamado Emperador de Toda Rusia, un título reconocido por algunos monarcas europeos, aunque no por todos por las connotaciones de supremacía política que suponía el título de Emperador. El zar se casó en dos ocasiones primero en 1689 con Eudoxia Lopujina y después con su sirvienta en 1707, quien años más tarde se convertiría, tras la muerte de Pedro, en la zarina Catalina I. De su primer matrimonio tuvo un hijo, Alexis, quien sufrió tortura y posterior muerte por oponerse a las políticas de su padre. De su segundo matrimonio tuvo 8 hijos entre los que estaba la que pasados unos años sería emperatriz, Isabel I.

Muertos sus hijos varones, Alexis y Alexander, decidió coronar a su esposa Catalina emperatriz en 1724, aunque Pedro seguiría ejerciendo el poder hasta su muerte un año después. Este traspaso de poder de esposo a esposa es muy singular y diría que casi único en la historia. Décadas después también ocurriría la misma clase de sucesión entre Pedro III y Catalina II, aunque en este caso sería forzada por un golpe de Estado.

Pedro I murió a principios de 1725 de uremia a los 52 años de edad. Hubo conmoción en Rusia y Europa aunque el verdadero pesar no llegó a la sociedad rusa. Pedro I trajo consigo beneficios importantes en algunas facetas para su país, pero también mucha crueldad. El historiador Kovayevski dijo de él que causó dolor a todos los que le rodearon y destruyó prosperidad y dignidad de todo aquel que tocó.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Rusia y los Romanov (1): Los primeros zares Romanov (1613-1696)

La dinastía Romanov llegó al poder en Rusia a principios del siglo XVII de una manera indirecta ya que no tenía derecho de sangre para llegar a ser dinastía reinante, pero si estaba relacionada con la dinastía de los Rurik a la que perteneció Teodoro I (Fiodor I) último zar de dicho linaje, hijo del famoso Iván el Terrible. Tras la muerte de Teodoro sin descendencia comenzó el llamado Periodo Tumultuoso (1598-1613).

El origen dinástico de los Romanov hay que buscarlo en Román Zajarín-Yuriev, noble ruso de quien procede el nombre de la dinastía. Su hija Anastasia Romanovna Zajarina fue la esposa favorita de Iván IV el Terrible, y el hijo de Román, Nikita Romanovich, fue uno de los personajes más importantes de Rusia en aquella época llegando a ser tutor de Teodoro I.

En 1613, después de unos años de gran inestabilidad política en los que el Principado de Moscú (Rusia) fue gobernado por nobles relacionados con la corte de Iván IV, fue nombrado por una asamblea nacional nuevo zar Miguel Romanov quien era hijo del Patriarca Filareto (Fiódor Nikitich Romanov) hijo a su vez de Nikita Romanovich, y en consecuencia sobrino-nieto de Anastasia y su marido el zar Iván IV. Esa relación familiar con el zar favorecería la llegada al poder de los Romanov, una de las familias más importantes de aquel periodo en Rusia.

Miguel I (zar 1613-1645) inició su reinado encontrándose devastada Rusia por las invasiones de suecos y polacos. Consiguió restablecer el orden y contrarrestar las invasiones extranjeras ayudado por su familia y especialmente por su resuelto padre, quien ejerció de manera efectiva el gobierno hasta su muerte en 1633. Miguel I consiguió estabilizar el país e instituyó la adscripción del hombre a la tierra (1636). A su muerte se convirtió en zar su hijo Alexis I quien reinó en una de las épocas más esplendorosas de Rusia.

Al igual que su padre, Alexis (Alejo) accedió al trono muy joven cuando tenía 16 años. El gobierno en esta primera etapa lo ejerció su tutor Boris Mozorov, político astuto que sabía muy bien cuáles eran las necesidades del país. El tutor del zar pretendió hacer un uso justo de su autoridad intentando aliviar las arcas públicas y evitando guerras contra los potenciales enemigos de Rusia. En 1648, en el llamado Tumulto de la Sal el zar se vio obligado a destituir a Mozorov que se había convertido en impopular, detestado y acusado de brujería.

En política interior Alexis acrecentó el carácter absolutista del régimen zarista, aumentó los derechos de la aristocracia y favoreció una mayor servidumbre de los campesinos. En política exterior el mayor logro fue el acuerdo con los cosacos ucranianos rebeldes a la autoridad polaca plasmado en el Tratado de Pereislav (1654), considerado por Alexis una aceptación de los ucranianos de su soberanía sobre ellos. La intensa relación en esta etapa con los ucranianos traería consigo para los rusos los primeros contactos con la mentalidad de Occidente.

Del matrimonio de Alexis con María Miloslavskaya nacieron trece hijos entre ellos Teodoro III, y de un segundo matrimonio con Nataliya Kirilovna nacieron tres hijos, dos hijas y un varón llamado Pedro, más adelante conocido como el zar Pedro I el Grande.

Durante el reinado de Teodoro III (zar 1676-1682) la influencia polaca en la corte alcanzó su máxima expresión. Era un zar intelectual que recibió una excelente educación del monje eslavo Simeón Polotski. Horriblemente desfigurado y aquejado de parálisis en la mitad de su cuerpo (por una misteriosa enfermedad) quedó inválido de manera irremediable. A su muerte sin descendencia en 1682 fueron nombrados zares su hermano Iván (Iván V) y su hermanastro Pedro (Pedro I). Aunque en la línea de sucesión Iván era el siguiente en derecho, los nobles rusos nombraron zar a Pedro al considerar incapaz para el cargo a Iván. En consecuencia los dos se convirtieron en zares hasta que en 1696 murió Iván y quedó Pedro como único soberano.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Diciembre temático: Rusia y los Romanov (1613-Presente).


El presente político europeo de nuestros días es muy distinto al del pasado. La mayoría de las monarquías europeas desparecieron entre los siglos XIX y XX. Muchas de ellas por revoluciones, otras por las guerras, otras por odios hacia ciertas dinastías. El resultado fue un fructífero camino hacia las libertades políticas que se veían coartadas en algunos países precisamente por su forma de gobierno monárquico.

El caso de Rusia no fue un cambio de monarquía a república parlamentaria y democrática, ya que se pasó de autocracia a dictadura. Es por eso que el pueblo ruso ha vivido bajo el yugo del autoritarismo toda su historia hasta hace poco tiempo. En cierta manera la verdadera democracia tal vez está aún por desarrollarse plenamente en el país.

La historia de los Romanov hasta 1917 es la historia de una Rusia bajo el autoritarismo de los zares, porque Rusia no conoció el liberalismo y la democracia hasta finales del siglo pasado, después de siglos de autocracia zarista y setenta y cuatro años de dictadura comunista. A partir de 1917 los Romanov cayeron en disputas dinásticas que conducirían a caminos de desencuentro como también ocurrió y ocurre en otras familias reales destronadas en Europa.

En este mes quiero acercar un poco esa historia de los Romanov que tan ligada está a la historia de Rusia, desde principios del siglo XVII cuando se instalan en el poder hasta la situación de los Romanov en la actualidad, herederos de una tradición zarista que sólo parece servirles de etiqueta pomposa sin naturaleza de futuro, como ocurre con tantos pretendientes a tronos europeos en la actualidad.

martes, 23 de noviembre de 2010

Diez dias de guerra


Las guerras por desgracia suelen durar meses y años y son pocas las que duran solamente días, una de las más conocidas es la Guerra de los Seis Días en 1967 entre Israel por una parte y Egipto, Siria, Jordania e Irak por otra, por su duración fue de las más cortas que han existido. Menos conocida por su nombre pero reciente en la memoria es la Guerra de los Díez Días (junio-julio 1991), una de las varias guerras yugoslavas que se produjeron entre 1991 y 1995, de hecho fue la primera de todas ellas.

Yugoslavia era ya un ente muerto nada más nacer, por exagerado que esta expresión parezca. En diciembre de 1918, tras la Primera Guerra Mundial, se creaba un Estado artificial en los Balcanes que aglutinaba diferentes etnias, culturas y lenguas, diferentes pueblos en suma con personalidad propia cada uno: eslovenos, croatas, serbios, montenegrinos, bosnios musulmanes, y macedonios. El destino solo podía deparar la fragmentación de un país al que buena parte de sus habitantes no lo sentían como propio. De hecho sólo un 1% de habitantes de la ex –Yugoslavia se consideraban a sí mismos yugoslavos en los momentos inmediatos al inicio de la guerra.

Los problemas en Yugoslavia ya empezaron a los pocos años de nacer como país en los años 20 y 30, fundamentalmente entre croatas y serbios, y la Segunda Guerra Mundial favorecería la desunión del país, hasta que el colapso del Estado llegó para finales de los 80 y principios de los 90. La dictadura socialista del mariscal Tito mantuvo unida de manera artificial a Yugoslavia entre 1945 y 1980, año de la muerte del ostentoso dictador, pero a partir de ahí todo comenzaría a tambalearse en los Balcanes.

La Guerra de los Díez Días enfrentó a Eslovenia, que buscaba su independencia, con Yugoslavia. Eslovenia era una de las seis repúblicas que componían Yugoslavia, la más occidental del país y además la más occidentalizada. En diciembre de 1990 Eslovenia celebró un referendo que obtuvo un 88 % de votos a favor de la independencia. El 25 de junio de 1991 Eslovenia se declaraba unilateralmente independiente. Los eslovenos sabían que nada más declarar la independencia el ejército yugoslavo empezaría a actuar, por lo que desde hacía varios meses venían preparándose para una nueva situación que pudiera incluir la lucha armada.

Fueron diez días de guerra de baja intensidad con pocas bajas por ambos bandos (18 eslovenos y 44 yugoslavos) y que acabaría con la retirada yugoslava y la aceptación en la práctica de la independencia de Eslovenia por parte de Yugoslavia. La fuerte resistencia eslovena sorprendió al ejército yugoslavo y a las autoridades federales. En vez de decidir una guerra total para frenar el independentismo los dirigentes de Belgrado se negaron a seguir con la guerra.

Las claves de ese resultado fueron varias, posiblemente la principal fue que cada república en Yugoslavia contaba desde la época de Tito con una fuerza militar propia de defensa territorial. También fue clave el estado anímico de cada uno de los bandos; mientras los eslovenos se mostraron animados y unidos para conseguir sus objetivos, los yugoslavos sufrieron numerosas deserciones de eslovenos y croatas en sus filas, sin contar que muchos de los soldados no sabían que estaban participando en acciones bélicas reales.

El gran error del gobierno federal yugoslavo fue no afrontar el problema en su verdadera dimensión. Pensaban desde Belgrado que moviendo las tropas pronto desistirían los eslovenos, pero la determinación de los mismos era total. Se decidió por parte de las autoridades yugoslavas llevar a cabo una guerra a pequeña escala consistente en ocupar puestos fronterizos y aeropuertos, frente a la opción de una guerra abierta que acabara con el gobierno esloveno. Se demostró que la táctica seguida era un fracaso. Además los mismos serbios estaban más pendientes de la inminente guerra con Croacia, y ya durante el mismo conflicto con Eslovenia el ejército yugoslavo empezó a tomar posiciones en una Croacia que guardaba límites territoriales con Eslovenia.

El líder nacionalista serbio Milosevic soñaba con una nación que incluyera a todos los serbios de Yugoslavia, lo que entonces se denominaba la “Gran Serbia”. Los serbios dominaban la política yugoslava y el hecho de la bajísima presencia de serbios en Eslovenia fue determinante para que los serbios nacionalistas estuvieran más inclinados a dejar que la guerra se perdiera. En Croacia, por el contrario, la importante presencia de serbios en la región de la Krajina desembocaría en una cruenta guerra entre serbios y croatas que conmovió a toda Europa.

La gran importancia de la guerra en Eslovenia, además de la independencia conseguida, radicaba en la demostración de inoperancia del gobierno federal para hacer frente a un conflicto armado de baja magnitud. A partir de entonces toda Yugoslavia se convirtió en la república caótica de Europa. Visto lo visto en Eslovenia todo parecía más fácil para los separatistas, aunque para Croacia y Bosnia todo iba a ser más duro, más sangriento, y más largo.

La guerra en Eslovenia fue la primera herida balcánica de los 90 que por fortuna pronto cicatrizó, la guerra más corta y por eso mismo la menos recordada, aunque eso si en mi retina aun están los camiones cruzados en las carreteras eslovenas impidiendo el paso de los tanques yugoslavos, y es que hay imágenes que siempre portamos en nuestra memoria por más que pase el tiempo.

jueves, 18 de noviembre de 2010

El principe jorobado


En la historia podemos encontrar multitud de enfrentamientos entre príncipes y sus respectivos padres monarcas. En España el más popular es el que tuvieron Carlos IV y su hijo el príncipe Fernando (Fernando VII) en 1808. También es interesante aunque menos conocido el que existió entre Felipe II y su hijo primogénito el príncipe Don Carlos. La historia que rescato hoy es la del enfrentamiento de Carlomagno y su primogénito Pipino llamado el Jorobado, historia muy desconocida por la lógica de que las cosas que no tienen trascendencia histórica dejan una huella prácticamente imperceptible al conocimiento general.

Pipino nació en el año 769 siendo hijo de Carlomagno y de su concubina Himiltruda. Le fue puesto el nombre de su abuelo el rey Pipino lo que suponía un simbolismo importante para sus aspiraciones. No fue el primer descendiente de Carlomagno ya que parece que con anterioridad nació su hermana Amaedru de la que no queda claro su tiempo de vida, posiblemente murió al poco de nacer. Carlomagno tuvo cinco esposas y entre hijos legítimos e ilegítimos un total de 20, si bien sobre estos últimos (en total 7) no hay base histórica.

Pipino no está entre los 7 hijos ilegítimos de Carlomagno pero tampoco puede afirmarse que fuera plenamente legítimo, ya que la relación entre sus padres no queda aclarada totalmente por los historiadores puesto que unos afirman que era un matrimonio y otros que era un concubinato. La figura del concubinato en aquella época se situaba entre las relaciones extramatrimoniales y el matrimonio, como una especie de matrimonio no oficializado.

El príncipe Pipino tenía a su favor ser el primogénito varón con lo que aquello suponía, pero su posible ilegitimidad y su deformidad física por un problema en la columna, que le valió el apodo de “el Jorobado”, le apartó de la sucesión real de los francos. A pesar de ello su padre le dio el debido tratamiento como varón de mayor edad y además le tuvo un verdadero afecto como padre.

Pipino era un hombre amable y despertó las simpatías en la corte. El grupo de nobles descontentos fijó sus aspiraciones en él lo que se convertiría más adelante en su perdición. En 780 Carlomagno desheredó formalmente a Pipino y el Papa bautizó a su tercer hijo Carlomán con el nombre de Pipino, con el especial sentido que aquello tenía. Esta acción parece que fue inducida por Hildegarda, tercera esposa del rey y madre de Carlomán y Carlos el Joven, que posiblemente sentía peligrar la herencia de sus hijos a favor de Pipino.

Al príncipe Pipino se le permitió permanecer en la corte y Carlomagno continuó dándole prioridad a la sucesión de su hijo legítimo mayor Carlos el Joven. En el año 792 un grupo de nobles convenció a Pípino para que se uniera a un complot que acabara con la vida de su padre y le dejara a él como rey con el objetivo de poder manipular al nuevo soberano fácilmente. El complot fue descubierto y los culpables condenados a muerte. La pena a Pipino le fue conmutada por la obligación de entrar en el monasterio de Prüm para vivir el resto de sus días como monje. Allí murió veinte años después quien estaba esperanzado en heredar parte del Imperio carolingio (la tradición germánica dictaba el reparto de los reinos entre los hijos del rey a su muerte), pero el destino le deparó el ostracismo.

Curiosamente, aunque hay dudas al respecto, parece que Carlomagno sobrevivió a once de sus trece hijos reconocidos. Sobrevivieron al Rey-Emperador su hijo Luis el Piadoso, quien heredaría el Imperio, y su hija Bertha.

lunes, 15 de noviembre de 2010

La guerra de la otra orilla


“No hay democracia porque la única fuente de poder es Alá a través del Corán, y no el pueblo. Si el pueblo vota contra la ley de Dios, no es más que blasfemia. En este caso es necesario matar a los no-creyentes por la buena razón de que desean sustituir la autoridad de Dios por la suya propia”.

Alí Belhadj, islamista radical argelino (1989).


Los últimos años 80 y primeros 90 estuvieron cargados de importantes acontecimientos políticos en especial en Europa, Oriente Próximo y Oriente Medio, y pasaron un tanto desapercibidos otros sucesos en otras partes del mundo. Por aquel entonces yo terminaba bachillerato y comenzaba mi carrera con lo que para mí también se convirtieron en años importantes, aunque claro yo no era plenamente consciente de ello, cosas de la juventud.

Por esos primeros años 90 llegaban preocupantes noticias de Argelia si bien parecía que la atención política internacional se centraba más en los acontecimientos en el este de Europa y en la Guerra del Golfo. La verdad es que no me paré a pensar mucho en aquellos años lo realmente cerca que geográficamente se encuentra Argelia de España, y es que no llegan a doscientos kilómetros lo que separan las costas de mi querida Murcia de las costas argelinas. Sería allí en Argelia donde comenzaría una guerra salvaje en 1992, y lo fue más que por el número de víctimas por la manera de guerrear o mejor dicho por la manera de matar.

Los orígenes de la Guerra Civil Argelina (1992-2002) hay que buscarlos en los años finales de los 80 cuando Argelia vivía difíciles momentos económicos. Argelia desde su independencia en 1962 venía siendo gobernada bajo un sistema de partido único con un régimen de corte socialista liderado por el F.L.N. (Frente de Liberación Nacional). Para finales de 1987 parecía evidente que el régimen no podría mantenerse por mucho tiempo. La dependencia económica del petróleo cuyo precio en el mercado internacional había caído sustancialmente hizo entrar al país en una importante crisis general.

Ante las masivas protestas de la población por el deterioro económico con un aumento del paro preocupante el presidente Bendjedid decide avanzar hacia la reforma. En 1989 introdujo una nueva Constitución en la que se anunciaba libertad de expresión y asociación. Para finales de aquel año fueron reconocidos por el gobierno varios partidos políticos entre los que estaba el islamista Frente Islámico de Salvación (F.I.S.).

En las elecciones locales de 1990 el F.I.S. arrasó con el 54 % de los votos. En las elecciones legislativas de diciembre de 1991 ganó en la primera ronda con el 48% de los votos, con lo que un gobierno islamista parecía inevitable. Este resultado no fue aceptado por el ejército entre otros motivos porque los líderes del F.I.S. ponían en cuestión lo idóneo de un sistema democrático. Había por tanto un palpable miedo sobre cómo actuaría un gobierno islamista en Argelia. En enero de 1992 el ejército canceló el proceso electoral, obligó a dimitir al presidente Bendjedid e instaló en la presidencia a Mohammed Boudiaf. También se arrestaron a muchos miembros del F.I.S. y se suspendieron muchos derechos constitucionales.

Tras estos sucesos los partidarios del F.I.S. comenzaron una guerra de guerrillas contra el gobierno. Los dos principales grupos guerrilleros fueron el Grupo Islámico Armado (G.I.A.) y el Ejército Islámico de Salvación (A.I.S.), éstos últimos convertidos en el brazo armado del F.I.S. Al principio los objetivos de los islamistas fueron el ejército y la policía, pero al poco tiempo algunos grupos radicalizados atacaron también a civiles. El G.I.A. declaró también la guerra al A.I.S. al conocer las negociaciones que éstos mantenían con el gobierno, aunque finalmente no llegaron a ningún resultado. Se convirtió entonces la guerra en una contienda a tres bandas de todos contra todos.

En los años 1997 y 1998 Argelia se vio sacudida por masacres muy sangrientas. Las guerrillas del G.I.A. se marcaron como objetivo pueblos enteros sin hacer distinciones de sexo o edad matando a decenas y en ocasiones a centenares de personas. Se destripaba a mujeres embarazadas, se desmembraba a niños, se cortaban los miembros de los hombres uno por uno, y se capturaban a mujeres para hacerlas esclavas sexuales.

Después de estas masacres el A.I.S., que en esos momentos se encontraba en una guerra total contra el G.I.A., decidió poner en claro su distanciamiento con la táctica sangrienta del G.I.A y el 21 de septiembre de 1997 declaró un alto el fuego unilateral e incondicional. Durante los meses siguientes el A.I.S. negoció la amnistía de sus miembros.

La táctica de masacrar a la población produjo deserciones en el G.I.A. la más importante la realizada en 1998 por el Grupo Salacista para la Predicación y el Combate, actualmente conocido como Al-Qaeda del Magreb. En los años siguientes a 1998 el G.I.A. fue lentamente destruido por las operaciones del ejército y para 2002 estaba prácticamente desarticulado.

La violencia no ha desparecido todavía de Argelia teniendo a Al-Qaeda del Magreb, movimiento heredero del Grupo Salacista, como grupo terrorista en la práctica de secuestros y atentados no sólo en Argelia sino también en buena parte del Sahel.

Las barbaries cometidas en Argelia no fueron menos que las que en las noticias de la primera mitad de los 90 nos llegaban desde la antigua Yugoslavia, y además esas masacres argelinas se perpetraron muy cerca de nuestros hogares del sur de España, pero la sensación era que se cometían lejos bastante lejos, tal vez porque aquellos sucesos ocurrieron en un continente el africano tan cercano y tan alejado al mismo tiempo de España.


PALABRAS ANEXAS

La fuerza moral de España en el ámbito internacional será directamente proporcional a la respuesta que tenga frente al conflicto del Sáhara Occidental, actualmente DEFICIENTE.


PRESIDENTES DE ARGELIA DURANTE EL CONFLICTO

Muhammad Boudiaf (11 de enero, 1992 – 29 de junio, 1992)
Ali Kafi (2 de julio, 1992 – 31 de enero, 1994)
Liamine Zéroual (31 de enero, 1994 – 27 de abril, 1999)
Abdelaziz Bouteflika (27 de abril, 1999 – Actualidad)

viernes, 12 de noviembre de 2010

El Estado desconocido







La historia está llena de naciones pequeñas que nacen y mueren, de naciones muy poco conocidas que existen desde tiempos remotos, de naciones artificiales que sobreviven precariamente hasta que desaparecen. En definitiva, en la historia y en la actualidad podemos encontrar casos peculiares que responden a las anteriores premisas y a otras de naturaleza parecida.

Quería en este post hablar de un Estado cuya existencia ha sido poco conocida, posiblemente porque su existencia era un artificio mostrado en arreglo político para en realidad buscar una salida a un problema étnico. Estoy hablando del Territorio Libre de Trieste.

Trieste fue una Ciudad-Estado entre 1947 y 1954 situada en Europa central entre el norte de Italia y el territorio que ocupaba la antigua Yugoslavia. El territorio abarcaba la ciudad portuaria de Trieste (Zona A) y una pequeña porción de la península de Istria (Zona B).

Durante siglos Trieste formó parte del Imperio austriaco y posteriormente del Imperio austro-húngaro. El censo realizado por los austriacos en 1910 desglosaba a su población lingüísticamente resultando de ello que más del 60 % de su población era de origen italiano y en torno al 30 % eran eslovenos.

En 1921 Italia, una de las potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial, se anexionó Trieste e Istria, territorios perdidos por Austria tras su derrota en la guerra. Durante el periodo del gobierno fascista italiano la población eslovena fue discriminada y surgieron episodios de violencia contra ellos. Asimismo, algunos eslovenos de Trieste e Istria se organizaron para realizar acciones terroristas en los años 20 y 30. Este clima provocó la salida de muchos eslovenos de Trieste hacia Yugoslavia y también de italianos hacia Italia.

En 1943 el régimen fascista italiano se derrumbó frente a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y Trieste fue ocupado por los alemanes. El 1 de mayo de 1945 fue liberado por el ejército yugoslavo, y un día después llegaron tropas británicas. Los yugoslavos se marcharon al mes siguiente cumpliendo un acuerdo con los Aliados.

En febrero de 1947 se estableció el Territorio Libre de Trieste, que se dividió en dos zonas. La Zona A (Trieste) quedó administrada por los británicos y estadounidenses, y la Zona B (noroeste de Istria) que quedó bajo administración del ejército yugoslavo. El territorio nunca funcionó como un verdadero Estado independiente, aunque su condición oficial fue respetada. De hecho Trieste editó sus propias monedas y sellos de correos.

Sin pretenderlo los Aliados parecía que se reeditaba la política de pequeños Estados en Italia tan presente en tiempos pretéritos, aunque en esta ocasión las condiciones jurídicas y la forma de Estado eran muy diferentes. Se ponía un parche en un problema que tarde o temprano debería de solucionarse, como así fue.

En 1954 se llegó a un acuerdo entre las potencias administradoras de Trieste e Italia por el que el país transalpino se hizo con la administración provisional de la Zona A y Yugoslavia de la Zona B. Quedaba así resuelto el problema de Trieste de la manera más lógica. Se consumaba la pérdida de Italia del territorio en su totalidad y quedaba para ella una parte, la más importante eso sí, la de la ciudad de Trieste.

Lo curioso es que Trieste de jure siguió existiendo como Estado, en realidad un Estado fantasma, hasta su disolución formal en 1977 tras el Tratado de Osimo en el que se dividió definitivamente el territorio entre Italia y Yugoslavia de manera oficial.
Imágenes: bandera y lugares de Trieste.

martes, 9 de noviembre de 2010

La guerra interminable




Posiblemente no hay en el mundo país más asociado a la guerra en las últimas décadas que Afganistán. A esa condena amarga y agónica que supone todo conflicto bélico el país de los afganos ha estado vinculado desde finales de los años 70. Para las gentes de Afganistán la guerra es un presente continuo que parece no tener fin, y están tan habituados a ella que para muchos es su medio de vida. No ha habido paz allí desde 1978, por lo que se puede hablar de unas luchas que se alargan ya 22 años.



En este post quería tratar los orígenes de la problemática afgana, y las causas que desencadenaron la guerra a finales de los 70. Las razones y motivaciones de la lucha en Afganistán han cambiado de aquel tiempo hasta ahora, pero las guerras han continuado de manera ininterrumpida desde entonces hasta nuestros días.



El principio de la desestabilización tiene su origen en la decisión tomada por el gobierno afgano en 1964 de dar paso a una monarquía constitucional y democrática para la cual el país no estaba preparado. Lógicamente la democracia es el modelo político menos malo y el más deseado, pero no es menos cierto que la democracia es un sistema poco indicado para determinados países y en determinados momentos, desgraciadamente eso es así, y ese era el caso de Afganistán.



A partir de la aparición de la democracia empiezan a proliferar los partidos de ideología marxistas y pro-soviéticos que irían tomando fuerza y con los años desestabilizando el país. Afganistán estuvo siempre en una encrucijada entre la influencia inglesa y soviética hasta la Segunda Guerra Mundial, y a partir de entonces entre la influencia de la URSS y EE.UU. Supo en un principio, y en el marco de la Guerra Fría, mantener el equilibrio diplomático y por ello fue recibiendo ayuda de las dos grandes potencias, aunque fue la URSS quien ejerció mayor influencia. Afganistán era un punto geoestratégico clave para la URSS con la que guardaba frontera y eso explica en gran medida el papel de los soviéticos en aquella zona.



La influencia soviética empieza a tener importancia a partir de 1953 con la llegada al poder de Mohammed Daud, primo del rey Mohammed Zahir Sha. Pero en 1963 Daud es depuesto por el rey y se comienza con el proceso democrático. En 1973, aprovechando la ausencia del rey que estaba en el extranjero, Daud da un golpe de Estado apoyado por la URSS proclamándose la república. Sin embargo Daud iría girando su política hacia el mundo árabe y desligándose poco a poco de la URSS lo que llevaría a la intervención política soviética.



En la primavera de 1978 se produce un nuevo golpe de Estado con apoyo soviético para derrocar a Daud e instalar en el poder a los comunistas afganos con Taraki a la cabeza. La llegada de los comunistas y la introducción de políticas de corte marxista en un país islámico terminarían por convertir en un caos al país, surgiendo grupos rebeldes y produciéndose atentados terroristas continuamente.



Además, para ahondar en la desestabilización, los comunistas en el poder estaban divididos en dos facciones enfrentadas lo que llevaría al derrocamiento de Taraki y la llegada al poder de Amin, quien giraría su posición hacia el apoyo norteamericano. Este giro provoca a finales de diciembre de 1979 la definitiva intervención militar soviética. Se nombra entonces un gobierno títere presidido por Brabak Karmal.



La resistencia se organiza entonces en oposición a la intervención soviética y contando con la ayuda en armamento de EE.UU y China. La feroz resistencia de los rebeldes muyahidines y la puesta en práctica en la URSS de la Perestroika llevan a Gorbachov a mandar la retirada soviética en 1989. Ya habiendo dejado la ideología marxista en 1990 el presidente de la república, Mohammed Najibullah, pretendía una reconciliación nacional pero no pudo contener a los muyahidines que carecían de todo sentido de Estado. La república afgana de los comunistas duraría hasta 1992 cuando es derrocada por los grupos rebeldes.



La guerra no terminaría entonces ya que a partir de ahí las luchas internas por el poder continuarían entre los grupos y etnias que lucharon contra los soviéticos. Una de las etnias más importantes fue la pashtu a la que pertenecían los talibanes quienes conquistaron el poder en 1996. Esa continuación de la lucha junto con los hechos acontecidos en 2001 con el ataque a las Torres Gemelas propiciaron la entrada en escena de EE.UU como nueva potencia intervencionista con la intención de frenar el terrorismo islamista, alargándose de esa manera la lucha hasta nuestros días.



El futuro para Afganistán no está nada claro. La anunciada retirada de EE.UU. a corto-medio plazo puede provocar un regreso de los integristas islámicos al poder. Lo que más importa saber si eso ocurre es qué repercusiones para Occidente puede tener en cuanto al terrorismo islamista. Si hay algo que se intuye es que sólo la presencia de tropas occidentales en Afganistán puede evitar el regreso de los talibanes, y también está claro que esa presencia tampoco parece que sea razonable que se alargue en el tiempo. En definitiva, encrucijada para Occidente y guerra santa para los integristas islámicos.




***




Notas:




Rafa acepto el reto de los reyes malditos, aunque eso requerirá su tiempo. Te agradezco tus retos porque me estimulan, además el tema me gusta y me gusta bastante.




Alma gracias por tus visitas, espero poder despertar en ti curiosidad por los temas planteados y si te sirven para aprender un poco de historia pues genial.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La memoria del dolor (a proposito de Odessa)

Cuando las personas no sabemos cuidarnos el cuerpo y lo maltratamos nuestra naturaleza física que es sabia y diría que un tanto vengativa revierte ese descuido en dolor físico que hace acto de presencia pasado el tiempo. Es lo que puede denominarse científicamente memoria del dolor, esa que vuelve para recordarnos que no hemos sido generosos en nuestro propio cuidado. Haciendo un paralelismo con la historia pasa algo parecido con los daños que la humanidad se ha hecho a sí misma, pasado el tiempo regresa el dolor a la conciencia a través de recuerdos, conmemoraciones y homenajes.

Se haría demasiado larga y especialmente amarga la lista que pretendiera incluir los mayores crímenes contra la humanidad cometidos en la historia, pero en la memoria de todos se encuentran perseverantes los cometidos por los nazis, como si ese recuerdo constantemente rememorado por los medios quisiera darnos una lección ética, moral, humana en definitiva. Sería lógico, por la cantidad de víctimas, afirmar que fueron los nazis quienes cometieron los mayores crímenes, faltaría no obstante analizar otras barbaries en la historia para saber si en efecto fue así, lo que está claro es que ese pensamiento es el que los sucesos de los primeros años 40 en Europa nos hace creer a la mayoría, por eso hay que tener siempre presente ese pasado ya que todo tiempo es tiempo de aprender, será porque el aprendizaje no tiene un tiempo determinado sino que el tiempo en su totalidad es aprendizaje.

Por suerte para Europa el nazismo perdió el poder en la primavera de 1945. A partir de ahí el nazismo personificado en los miembros de las SS debía invernar y esconderse del mundo, era tiempo de oscuridad para aquellos que trabajaron para el pretendido inicio del imperio de los mil años, para un futuro social rígido en sus maneras y puro en la raza, para una desgracia de régimen que sucumbió por la ambición desmedida de su líder, un austriaco que cuando era niño quería ser de mayor pintor, y de una manera siniestra y diferente a la que él pensaba lo fue, porque se convirtió en el mejor pintor del horror.

Una vez derrotada Alemania los miembros de las SS necesitaban huir del país y refugiarse en países que le fueran afectos. Hubo una organización que supuestamente desempeñó ese trabajo, la organización Odessa (nada que ver con la ciudad ucraniana de Odesa, Odessa en ruso). Se tiene dudas sobre la existencia real de Odessa siendo puesta en cuestión por algunos especialistas en el tema, pero su existencia o no como tal es irrelevante ya que en efecto si hubo organizaciones que ayudaron a los nazis a escapar, se especula con la CIA, con algunos gobiernos sudamericanos y con una red de clérigos católicos con base en Italia.

Los principales países de destino fueron Argentina, Brasil, Paraguay, y especialmente España. En el caso de nuestro país por lógicos motivos ideológicos, como también ocurrió en el caso de Argentina que en aquellos años era gobernada por el régimen de Juan Domingo Perón, simpatizante de las potencias del Eje. Los nazis buscaron la impunidad y el anonimato, escapar de una justicia que en absoluto iba a ser indulgente, pero hubo personas anónimas y no tan anónimas que dedicaron su vida a la localización y hostigamiento de los verdugos para que fueran puestos a disposición de la justicia. Una de esas personas fue el judío austriaco Simon Wiesenthal.

Wiesenthal, que consiguió escapar al Holocausto, afirmó que Odessa se fundó en 1946 para ayudar a nazis prófugos de la justicia internacional. Pero si se hace caso a manifestaciones de ex – miembros de las SS no había una sola organización sino varias. El juicio de Nuremberg juzgo y condenó a los principales responsables, pero quedaron muchos verdugos fuera del alcance de la justicia. Uno de los que supuestamente huyeron a Sudamérica fue el secretario personal de Hitler, Martin Bormann. Aunque durante años se consideraba a Bormann muerto en Berlín durante la caída de la capital a primeros de mayo de 1945, también es cierto que se le buscó en Argentina y se llegó a creer que al ser conocido del militar paraguayo Stroessner estuvo refugiado en Paraguay.

Lo más curioso es que incluso Hitler, a pesar de las muchas evidencias de su suicidio, fue buscado en Argentina, tal vez porque parecía difícil de encajar el hecho que el que había sido el hombre más poderoso de Europa durante unos años decidiera quitarse la vida y no intentar escapar.
Resultó especialmente doloroso ver la impunidad de algunos nazis que quedaron en Alemania sin ser juzgados porque sus crímenes fueron cometidos en otros países, nazis que fueron hostigados por activistas antifascistas, y también bastante polémico el hecho de que algún antiguo nazi ocupara algún cargo político local en la nueva Alemania occidental, como en efecto sucedió.

Aunque eran alemanes la mayoría de los responsables de genocidio durante la Segunda Guerra Mundial también en los países satélites del Eje como Hungría y Croacia hubo criminales de guerra que escaparon de la justicia. Es en este sentido especialmente sangrante el caso de los nacionalistas croatas de la Ustase.

La organización Ustase fue formándose en el tránsito de los años 20 a los 30 por nacionalistas croatas en el exilio que buscaban la independencia de Croacia respecto de Yugoslavia. Fueron ellos quienes asesinaron al rey Alejandro I de Yugoslavia en 1934. Durante la guerra crearon con ayuda nazi e italiana un Estado independiente en Croacia cuyo líder en el gobierno fue Ante Pavelic.

En Croacia se crearon campos de concentración en los que se procedió al exterminio de serbios, gitanos y judíos. Las atrocidades cometidas por los ustasi fueron tan grandes que incluso sorprendieron a algunos miembros de la Gestapo. Tras ser liberada Yugoslavia muchos ustasi fueron ajusticiados, pero otros corrieron mejor suerte al conseguir escapar a España e Iberoamérica. Entre los que lo consiguieron estaba la cúpula de la Ustase. Ante Pavelic junto a sus correligionarios más cercanos consiguió llegar a España disfrazado de monje católico, ayudado por la iglesia católica croata. Las víctimas de la Ustase fueron en torno a 300.000.

Es hoy como cualquier otro momento tiempo de recuerdo, un recuerdo permanente y educativo para todos sobre lo que no se debe de volver a repetir. Europa pareció rememorar a pequeña escala lo sucedido en los años 40 cuando las guerras yugoslavas hicieron su aparición 50 años después, porque al fin y al cabo el pasado de una u otra forma vuelve a aparecer, pero cuanto mejor se aprende del pasado mejor se afronta el presente y el futuro y esa lección Europa parece que ha sabido aprenderla.

CURIOSIDADES DE LA HISTORIA

-El nombre Adolf viene del antiguo alto alemán y significa “lobo noble” (Adel=nobleza ­y Wolf=lobo). Uno de los apodos utilizados por Hitler fue Wolf o Herr Wolf. Hitler era conocido por su familia y parientes más cercanos como Adi.

-Uno de los símbolos de la Ustase era el damero rojo y blanco que actualmente es el escudo de armas de Croacia.

-ODESSA es el término abreviado de Organization Der Ehemaligen SS-Angehörigen (Organización de antiguos miembros de la SS).

Nota: post creado a sugerencia de Rafa. Gracias Rafa por seguir ahi.

domingo, 17 de octubre de 2010

Odesa


En mi primer post de septiembre anunciaba que ese mes lo iba a dedicar a la historia de Suecia, en él Rafa me hacia la propuesta mediante su comentario de dedicar un post a Odesa. En un principio tuve una ligera duda sobre si se refería a Odesa ciudad o a Odessa supuesta organización pro-nazi creada en 1946. Las dudas pronto desaparecieron pensando claramente que se refería a la ciudad ucraniana de Odesa. Este post es respuesta a esa petición esperando que sea del agrado de los que leen mi blog, y en especial de Rafa quien fue el precursor de la idea.
He de reconocer que no estaba muy ducho en conocimientos sobre Odesa y que me he tenido que poner manos a la obra para poder crear un post acorde con lo que se espera de este blog que, dejando aparte si es mucho o poco, lo cierto es que seguro que existe un mínimo de “exigencia”.
Odesa es de esas grandes urbes del mundo no ya por su tamaño (nada desdeñable) sino por lo que representa comercial y culturalmente, siendo de las ciudades menos “soviéticas” de la antigua URSS, una ciudad crisol histórico de culturas influida por el occidente europeo desde sus inicios modernos como ciudad.

Enclavada dentro de la República de Ucrania es la ciudad más comercial de la misma siendo puerto del Mar Negro. El poeta Alexander Pushkin dijo de ella en el siglo XIX que era “la más europea de las ciudades rusas”. El estilo arquitectónico de Odesa, influido por el francés y el italiano, otorga un aire mediterráneo a la ciudad por lo que en muchas ocasiones es denominada la Perla del Mar Negro. En esa circunstancia mucho tiene que ver la importante inmigración que Odesa tuvo en sus comienzos allá por principios del siglo XIX de europeos occidentales y el origen de su fundador, un español llamado José de Ribas.

En la región de Odesa estuvieron presentes un importante número de culturas e imperios: griegos, romanos, godos, mongoles, otomanos y finalmente el imperio ruso. La fundación de la ciudad tiene en 1794 su fecha oficial, mediante decreto de la zarina Catalina la Grande a propuesta del conde español José de Ribas se daba paso a la creación de la ciudad. El español había arrebatado a los turcos otomanos el fuerte llamado Yení Dunyá (Khadsivey) en 1792 propiciando el nacimiento de esta gran ciudad. El nombre elegido fue Odessos por la antigua colonia griega de la zona, pero en 1795 la zarina decidió cambiar el género del nombre a femenino pasando a denominarse Odessa.

La historia de su fundador José de Ribas es una de esas historias de aventuras que entran seguramente en la calificación de romántica. El español nació en Nápoles donde su padre un catalán de Barcelona fue enviado a trabajar como cónsul de España. Allí José de Ribas conoció a un espía ruso enviado por la zarina para capturar a una dama que decía ser nieta del zar Pedro I el Grande. José, que ya a los 20 años era oficial del ejército napolitano, colaboró en la captura de la posiblemente impostora dama y decidió aceptar la oferta de los rusos para formar parte de su ejército donde llegó a desempeñar importantes cargos. Se le atribuyó incluso ser el padre de un hijo ilegitimo de la zarina.

Los primeros pobladores de la naciente Odesa fueron cosacos aunque en un pequeño número. Para fomentar el asentamiento de nuevos pobladores de Ribas declaró que todos los que se asentaran en la ciudad no pagarían impuestos y se les daría tierras para la construcción de sus viviendas. En 1799 Odesa ya contaba con más de 4.500 habitantes. Desde los años 20 del siglo XIX la cuidad se convirtió en una Meca para artistas, científicos y otros intelectuales y lugar de veraneo de la nobleza rusa y polaca.

En 1854 la ciudad se vio involucrada en la Guerra de Crimea que enfrentó a rusos contra turcos, franceses e ingleses. La resistencia de los ciudadanos evitó un desembarco de fuerzas francesas e inglesas.

En 1905, en el contexto de la revolución de ese año en buena parte de Rusia, en Odesa se produjo el conocido motín del acorazado Potemkim en el puerto de la ciudad. El suceso fue llevado al cine en la película “El acorazado Potemkim” (1925), en la que se realizó una de las escenas más famosas del cine en donde cientos de civiles son asesinados en una escalera de piedra. La matanza no ocurrió en realidad pero durante mucho tiempo los escalones de Odesa fueron objeto de visita por parte de los turistas, convirtiéndose en un símbolo de la ciudad. Muchas personas creyeron que esa matanza ocurrió realmente, pero la película que está basada en hechos reales introdujo elementos ficticios en su metraje.

La película dirigida por Eisenstein fue polémica por su contenido revolucionario y su violencia en tiempos en los que el cine iba por otros derroteros, incluso hubo escenas que fueron eliminadas por la censura en algunos países. La secuencia más famosa de la película es aquella en la que una mujer es alcanzada por los disparos en la escalera y el carrito de bebé que llevaba rueda sólo por los escalones, una escena ésta homenajeada en alguna de sus películas por importantes directores como Coppola y Brian de Palma.

Con la Revolución bolchevique de 1917 Odesa se convirtió en capital de la República Soviética Socialista de Besarabia, pero unos meses después es ocupada por tropas austriacas y alemanas y en 1920 es recuperada por los comunistas e incluida en la República Socialista Soviética de Ucrania.

En el verano-otoño de 1941 se produjo en Odesa el hecho más relevante de su historia reciente con la conocida Batalla de Odesa. La batalla fue librada por tropas soviéticas en defensa de su territorio frente al ejército rumano ayudado por los alemanes. El objetivo de Rumanía, aliada de Alemania, o más bien el de su dictador Antonescu era recuperar territorio perdido frente a la URSS en el año anterior (Besarabia y Bucovina). La batalla se enmarcó dentro la operación Barbarroja para la invasión alemana de la URSS.

En contra de lo que se preveía por parte de los rumanos y alemanes la ocupación de Odesa necesito de cuatro ofensivas y más de dos meses para poner fin a la resistencia de las tropas soviéticas y los ciudadanos de Odesa. Por esa tenaz resistencia la ciudad fue declarada Ciudad Heroica en 1945, un año después de ser recuperada por los soviéticos.

En 1991 Ucrania se independizó de la URSS y Odesa dejó de ser ucraniana y soviética para ser solamente cuidad ucraniana, aunque paradójicamente el idioma que más se habla es el ruso, mucho más que el ucraniano que es el idioma oficial.

La ciudad tiene actualmente más de 1 millón de habitantes y en ella se ha querido guardar un meritorio recuerdo a su fundador José de Ribas. Una estatua al noble español y el nombre de una calle llamada Deribasovskaya (la principal arteria de la ciudad) son testimonio del aprecio histórico de los ciudadanos de Odesa hacia el español aventurero. Aunque se quiso cambiar el nombre de la calle por parte de las autoridades soviéticas en los años 20 y 30, en 1941 por deseo de los ciudadanos de Odesa volvió a su nombre original.

Curiosamente en la calle Deribasovskaya existe un famoso mercadillo dedicado a la venta de mercancías falsificadas que hace poco honor al origen del nombre de la calle precisamente por lo irrepetible y original de un personaje como el español en la historia de Rusia.

lunes, 4 de octubre de 2010

Sofia y el noble sueco

A pesar del título este post nada tiene que ver con la serie temática que dediqué en septiembre a la historia de Suecia. Lo que hoy trato es una historia de amor, una verdadera historia de amor entre una princesa y un noble sueco. Ellos era Sofía Dorotea de Brunswick-Luneburgo, más conocida como Sofía de Celle, y el conde sueco Felipe de Köenisgmarck. Lejos de querer caer en los chismes de la historia planteo el conocimiento de una historia difícil para sus protagonistas, que nos hace reflexionar sobre lo imposible del amor en ciertas ocasiones y en determinados momentos.

La historia se desarrolla en Alemania a finales del siglo XVII, cuando Alemania como Estado aun no existía, en concreto en Hannover que era en aquel tiempo un territorio integrante del Sacro Imperio Romano-Germánico. Sofía era la sobrina del soberano de Hannover, el príncipe-elector Ernesto Augusto. En 1682 se concertó el matrimonio entre Sofía y su primo Jorge Luis, el hijo del príncipe soberano de Hannover. Era un matrimonio claramente de Estado y por razones de Estado, como lo eran prácticamente todos los de nobles en aquella época. Pero este matrimonio iba a ir por derroteros diferentes a la mayoría, ya que Sofía poseía un corazón de naturaleza rebelde.

Jorge Luis de Hannover nació en la primavera de 1660 siendo hijo de Ernesto Augusto príncipe de Hannover y de Sofía de Wittelsbach, princesa del Palatinado. Como primogénito de Ernesto Augusto le correspondía heredar el trono de su padre, como de hecho ocurrió cuando éste murió en 1698. Por ser hijo de Sofía del palatinado estaba emparentado con la familia real inglesa de los Estuardo (su madre era nieta del rey inglés Jacobo I). Al morir Ana Estuardo reina de Gran Bretaña en 1714 sin descendencia Jorge se convirtió en rey inglés (Jorge I) por ser el príncipe de religión protestante más cercano en parentesco a la reina Ana.

El matrimonio entre Jorge y Sofía fue tremendamente desgraciado y un enorme fracaso. Jorge prefirió la compañía de su amante Ermengarda Melusina. Sofía por su parte tenía gran interés por el conde sueco Felipe de Köenisgmarck del que se enamoró perdidamente. Todo podría haberse ocultado por parte de Sofía, ese tipo de situación se había dado en casos similares en muchas ocasiones. Pero la princesa de corazón rebelde actuó guiada por un corazón el suyo incapaz de aceptar su designio real con Jorge y la renuncia a Felipe. Los rumores de una posible fuga de los amantes hicieron que la corte de Hannover se viera amenazada y ordenara a los amantes desistir de sus planes.

Jorge se convirtió a partir de esta amenaza en autor intelectual del asesinato de Felipe, que en efecto se cometió en el verano de 1694, siendo su cuerpo arrojado a un río. El asesinato parece que fue cometido por cuatro cortesanos de Jorge. En 1694 el matrimonio de Jorge y Sofía fue disuelto, no bajo los cargos de adulterio por parte de alguno de los dos sino bajo la acusación de que Sofía había abandonado a Jorge.

Sofía fue encarcelada en el Castillo de Ahlden en su ciudad natal de Celle, con el consentimiento de su propio padre. Para su desgracia no se le permitió tener contacto con sus hijos y con su padre el resto de sus días, y tampoco se le permitió casarse de nuevo. Murió en 1726, un año antes que Jorge, después de 26 años de reclusión.

Del matrimonio de Sofía con Jorge nacieron dos hijos, Jorge Augusto y Sofía Dorotea. Jorge (1683-1760) se convertiría con el tiempo en Jorge II, rey de Gran Bretaña y elector de Hannover al suceder a su padre. Jorge Augusto nunca perdonó a su padre que le apartara de su madre, por lo que las relaciones entre ambos fueron muy difíciles, algo común entre los soberanos de la Casa Hannover.

La historia de Felipe y Sofía es una de tantas historias de amor imposibles que a lo largo de la historia han acontecido a príncipes y reyes, a princesas y a reinas, que por su condición pública tuvieron que renunciar al amor por razones de Estado. A mi es una de las situaciones personales que más me han interesado de la historia por toda la desgracia que trajo para sus protagonistas. Evidentemente situaciones de amor imposible las han vivido muchas personas que nada tienen que ver con la realeza, si bien por fortuna pocas son tan trágicas como ésta. Qué duda cabe que por unos u otros motivos hay muchas personas que por amor han visto como perdían su alma en el camino, y eso si son historias con mayúsculas, historias desconocidas por ser sus protagonistas comunes mortales, y muy presentes en el día a día del corazón de muchos y muchas.
En el próximo post prometo menos “sentimentalismo histórico”.


CURIOSIDADES DE LA HISTORIA

-La reina Ana Estuardo tuvo cerca de 20 partos y dos abortos. La mayoría de sus hijos nacieron muertos. Sólo su hijo Guillermo Enrique llegó a vivir su infancia, muriendo a los 11 años. La Casa Estuardo dejaría así de reinar en Gran Bretaña al no dejar descendencia Ana, dando paso a los Hannover. La actual reina Isabel II es descendiente de Jorge I, primer rey Hannover de Gran Bretaña.

-Uno de los asesinos de Felipe de Köenisgmarck afirmó que para cometer el crimen le pagaron 100 veces el sueldo anual del ministro mejor pagado de cualquier corte europea de la época.

-Jorge I tuvo con su amante Ermengarda Melusina tres hijas: Ana, Melusina, y Margarita.

-En 1752, bajo el reinado de Jorge II, el 1 de enero se convirtió oficialmente en el día de Año Nuevo, sustituyendo al 25 de marzo.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Suecia (5): El pacifismo sueco


He de reconocer que me ha costado encontrar un título adecuado para afrontar este último post sobre Suecia. Mi intención es tratar el tiempo que comienza con la pérdida para Suecia de Noruega (1905), y termina con la reforma constitucional de la Ley del Instrumento de Gobierno (1974), que despoja al rey de manera ya oficial de todo papel ejecutivo en política.

Posiblemente el título sea el que mejor refleja un nexo común de este periodo, en el que Suecia se mantiene al margen de la convulsa situación bélica en la mayor parte de Europa con las dos guerras mundiales, y aislándose de posibles conflictos posteriores convirtiéndose en un oasis político de paz social.

El siglo XX comenzaba para Suecia con una situación crítica al tener que afrontar las reivindicaciones de independencia de Noruega. Las relaciones entre ambos reinos venían siendo tensas ya desde el siglo anterior. Estas tensiones se agravaron para 1905. El parlamento noruego consiguió negociar con el gobierno central la separación de Suecia ante la amenaza incluso de una probable guerra. En ese momento el pacifismo que se venía viviendo en Suecia desde varias décadas atrás pudo tal vez determinar la decisión. El rey Oscar II renunció a sus derechos dinásticos al trono de Noruega, en el que fue sucedido por Haakon VII nieto de su hermano mayor el rey Carlos XV.

En 1907 murió el rey Oscar II y su hijo Gustavo se convirtió en Gustavo V rey de Suecia (1907- 1950). El nuevo rey fue el último en tener poder político en el gobierno, aunque tuvo que ir cediendo ante los cambios políticos que fijaban una monarquía parlamentaria. No obstante, el rey se involucró tanto en la política interna como en la internacional.

Los comienzos del reinado comenzaron con diferencias entre el rey y el primer ministro Staff, quien defendía una política pacifista que rechazaba el armamentismo ante una inevitable guerra en Europa, mientras el rey se oponía a esa política. La intromisión ilegal del rey condujo a la dimisión de Staff. En 1914 con el estallido de la Primera Guerra el rey se declara a favor de la neutralidad, a pesar de que corrían rumores de que apoyaba una alianza militar con Alemania entre 1911 y 1914. Lo cierto es que el rey tuvo una inclinación hacia Alemania durante la mayor parte de su reinado que era evidente aunque no oficial. En 1917 fracasó una revolución socialista, pero para poder afrontarla se tuvo que establecer una monarquía parlamentaria de corte democrático.

Suecia se mantuvo también como país neutral en la Segunda Guerra Mundial, aunque la neutralidad sueca no destacó en esta ocasión de manera brillante debido a la palpable colaboración con la Alemania Nazi. En cierta manera era de lógica si se quería mantener al país alejado de una invasión alemana. En aras de esa paz para el país el rey amenazó al gobierno con abdicar si no se cumplían las peticiones alemanas. Suecia permitió el tránsito del ejército alemán por su territorio, tuvo voluntarios en las SS alemanas durante la invasión a la URSS, y proporcionó acero y maquinaria a Alemania durante la guerra. Hacia el final de la guerra fue girando en sus posiciones acercándose a los Aliados.

Después de la muerte de Gustavo V en 1950 se convirtió en rey su hijo Gustavo VI Adolfo (1950-1973). Fue el primer rey desde la Edad de la Libertad (1719-1772) despojado de cualquier poder político. El mantenimiento de la monarquía en aquel tiempo se mantuvo gracias a la popularidad del rey, quien no requería de tratamientos especiales y gustaba de pasear por la calle y saludar a sus súbditos como un ciudadano más.

Durante la Guerra Fría Suecia adoptó públicamente una posición de neutralidad, pero de manera oficiosa los líderes suecos mantuvieron estrechos contactos con los Estados Unidos. Después de la guerra Suecia tomó ventaja frente al resto de países europeos debido a su neutralidad. Su industria quedó intacta y su estabilidad social permitió entre otras cosas que pudiera colaborar en la reconstrucción de Europa.

El periodo de la postguerra estuvo dominado por el Partido Socialdemócrata la mayor parte de tiempo, quien aplicó una política corporativista que favorecía tanto a las grandes empresas como a los sindicatos. El Estado sueco jugó un papel relevante creciendo considerablemente la cantidad de empleados públicos entre 1960 y 1980.

En 1973 murió Gustavo VI sucediéndole en el trono su nieto Carlos XVI Gustavo, actual monarca de Suecia. Después de cincuenta años de parlamentarismo de facto fue redactada la Ley del Instrumento del Gobierno en 1974, que establecía de iure la monarquía parlamentaria y reducía a la mínima expresión el papel político del rey.

Desde 1814, cuando adquirió Noruega gracias a la valía de Bernadotte, Suecia no se ha visto involucrada en ninguna guerra. Ha mantenido su neutralidad durante cerca de dos siglos, convirtiéndose en un caso especial y casi único en Europa. Durante los últimos años ha participado en misiones de paz en diferentes lugares del mundo como Chipre, Congo, Bosnia, Kosovo, Liberia, Líbano, Afganistán y Chad, jugando un rol más activo en la órbita occidental.

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Este ha sido mi último post temático sobre Suecia este mes de septiembre. Espero haber despertado el interés de los que seguís este blog. Mi humilde intención ha sido acercar algo la historia de Suecia, que tan desconocida es para la mayoría de españoles, a los que habéis mostrado interés en mis publicaciones. Soy consciente que querer abordar la historia de un país en sólo cinco post sería bastante pretencioso por mi parte, pero si al menos ha servido para que os estimule a querer saber más de ese país, os haya gustado más o menos los contenidos, me doy por más que satisfecho.

Fotos: Gustavo V

lunes, 20 de septiembre de 2010

Suecia (4): El príncipe adoptado


En mi post que trataba sobre Gustavo II y su hija Cristina decía de ella que había vivido una vida peculiar y apasionante, seguramente y a mi parecer la más apasionante de un monarca europeo. Ciertamente el personaje de hoy no se queda atrás en cuanto a peculiaridad al tratarse de un caso muy curioso dentro de la historia moderna. Me refiero a la vida del mariscal francés Jean-Baptiste Bernadotte, convertido por capricho del destino en príncipe heredero de un importante país europeo como lo era Suecia.

Jean-Baptiste nació en Francia en 1763, hijo de Henry un procurador de la ciudad de Pau, entró en el ejército francés en 1780. Sus evidentes cualidades militares le hicieron ascender muy rápidamente llegando a general de división en 1794. Al llegar el Imperio Jean-Baptiste fue nombrado uno de los dieciocho mariscales de Francia. En 1808 lideró una expedición contra Suecia a través de las islas danesas que no tuvo éxito, debido a la deserción del contingente español y por dificultades de transporte.

En 1810 cuando estaba a punto de tomar el cargo de gobernador de Roma fue elegido de manera inesperada heredero del rey Carlos XIII de Suecia, quien no tenía descendencia. El ofrecimiento fue hecho por el barón Karl Otto Mörner, y Bernadotte comunicó la oferta a Napoleón quien trató el asunto como un absurdo, mostrando poca perspicacia en ese momento. Jean-Baptiste informó a Mörner que no rechazaría el honor de ser él el elegido.

Las razones de tan sorprendente propuesta se fundamentaban en el hecho de la previsión de una guerra contra Rusia y la necesidad de dirección política de un militar de valía como lo era él, ese era el pensar de un importante sector del ejército sueco. Además era un militar muy popular en Suecia donde se le tenía en consideración por su buen comportamiento con los soldados suecos prisioneros en la guerra contra Dinamarca.

La realidad es que para Suecia la elección no pudo ser más acertada, porque en efecto supo defender los intereses internacionales de su nuevo país. Bernadotte fue adoptado por el rey Carlos XIII bajo el nombre de Karl Johan (Carlos Juan). Pronto tuvo que ejercer el poder por la enfermedad del viejo rey. En este tiempo, en que aun no se había convertido en rey, consiguió la adquisición de Noruega, arrebatada a Dinamarca, aliada de Napoleón. Para sorpresa de sus antiguos compatriotas se alió con Inglaterra y Prusia contra Napoleón, demostrando así que no pensaba ser un Estado satélite de Francia.

Cuando Carlos XIII falleció en 1818 Bernadotte se convirtió en rey de Suecia con el nombre de Carlos XIV Juan. Aunque se convirtió al luteranismo cuando fue adoptado, nunca aprendió el sueco y el noruego, si bien ello no fue obstáculo para él puesto que el francés era el idioma preferido de la aristocracia. Tuvo el merito de ser un rey popular tanto en Suecia como en Noruega, y en general en ambos países fue visto como un orgullo nacional.

Por supuesto tuvo oposición política, debido principalmente a sus ideas ultraconservadoras, pero excepto en 1840 cuando el parlamento sueco pensó en la posibilidad de pedirle la abdicación, lo que finalmente no ocurrió, su dinastía instaurada por él nunca estuvo en peligro. La mayor parte de su reinado fue un largo periodo de paz ininterrumpida, y gracias a su energía, previsión y visión política también de desarrollo material para ambos reinos. Murió en 1844 siendo sucedido por su hijo Oscar I.

Lo más curioso de la historia de Bernadotte no es que siendo militar llegara a ser rey, la historia está llena de casos así, sino que llegara a ser rey de un país que no era el suyo al ser adoptado por un rey, sin tener que dar ningún golpe de Estado, sin tener que disparar un solo tiro.


REYES DE LA DINASTÍA BERNADOTTE

Carlos XIV Juan (1818-1844)
Oscar I (1844-1859)
Carlos XV (1859-1872)
Oscar II (1872-1907)
Gustavo V (1907-1950)
Gustavo VI Adolfo (1950-1973)
Carlos XVI Gustavo (1950-Presente)


CURIOSIDADES SUECAS DE LA ÉPOCA

-Antes de que Bernadotte fuera adoptado por Carlos XIII ya lo fue con anterioridad el príncipe danés Cristian Augusto también en el año 1810, pero el príncipe Cristian murió ese mismo año posiblemente asesinado. Jean-Baptiste fue el elegido para sustituirlo como heredero de la Corona sueca.

-Si bien Bernadotte no aprendió el sueco si lo hizo su hijo Oscar, príncipe heredero, que lo aprendió al poco de llegar a Suecia por lo que sirvió de interprete a su padre.

-Tras su muerte se le encontró a Bernadotte un curioso tatuaje en el cuerpo que decía: “Mort aux rois” (Muerte a los reyes), posiblemente realizado en tiempos de la Revolución francesa.