“No estoy preparado para ser zar, nunca quise serlo. No sé nada del arte de gobernar, ni siquiera sé la forma en que debo hablar a los ministros…”.
Nicolás II, zar de Rusia (1894)
Estas palabras las pronunció Nicolás II en el momento en que se hizo cargo del poder a los 26 años de edad, y en efecto no fue preparado para gobernar, ya que su padre Alejandro III murió prematuramente sin que Nicolás fuera instruido para ser zar. Esa carencia le llevaría a cometer bastantes errores, entre ellos entrar en una guerra contra Japón (1904-1905) que llevaría a la derrota rusa y a la consecuente Revolución de 1905. Esta revolución debía de haber sido un aprendizaje para el zar, pero el monarca ruso no aprendió de ello e hizo entrar a Rusia en la Gran Guerra en 1914, y precisamente los desastres de esa guerra facilitarían la Revolución de 1917.
Nicolás II, zar de Rusia (1894)
Estas palabras las pronunció Nicolás II en el momento en que se hizo cargo del poder a los 26 años de edad, y en efecto no fue preparado para gobernar, ya que su padre Alejandro III murió prematuramente sin que Nicolás fuera instruido para ser zar. Esa carencia le llevaría a cometer bastantes errores, entre ellos entrar en una guerra contra Japón (1904-1905) que llevaría a la derrota rusa y a la consecuente Revolución de 1905. Esta revolución debía de haber sido un aprendizaje para el zar, pero el monarca ruso no aprendió de ello e hizo entrar a Rusia en la Gran Guerra en 1914, y precisamente los desastres de esa guerra facilitarían la Revolución de 1917.
La perdición de la Dinastía Romanov para con el poder tuvo un nombre, Guillermo II Emperador de Alemania y primo del zar, quien ejerció una mala influencia política sobre el zar que sería su perdición, fue Guillermo quien le indujo entre otras cosas a entrar en guerra contra Japón. Tras la derrota las protestas sociales le obligaron a convocar una Duma o parlamento, pero éste fue disuelto un año después sembrando de esa manera la semilla de la futura caída del zar al volver a un sistema autoritario.
La obsesiva pretensión rusa de jugar un papel predominante en los Balcanes, papel que de hecho ya había perdido unos años antes frente a Austria-Hungría, y su entrada en la Gran Guerra serían la sentencia para el zar. Al entrar en la guerra Nicolás II comprometía su futuro, el de toda su familia, y el de su patria. El asesinato del heredero al trono austro-húngaro en Sarajevo el 28 de junio de 1914 desencadena una guerra en toda Europa. Las tensiones entre las potencias europeas que se arrastraban desde finales del siglo XIX eran tan importantes que provocaron que la guerra acabara llegando, siendo el asesinato del archiduque Francisco Fernando el detonante. Los desastres de la guerra acontecidos para el ejército ruso y la consecuente revolución a principios de 1917 en Rusia provocaron la abdicación del zar en su nombre y en el de su hijo - el zarévich Alexis quien padecía hemofilia - a favor de su hermano el Gran Duque Miguel.
Miguel fue oficialmente el último zar de Rusia y no Nicolás II, aunque sólo lo fuera durante un día en el que vio claramente que no podría ser zar ante la complicadísima situación política. Con su renuncia al poder los Romanov perdían su condición de dinastía reinante. Nicolás II y su familia fueron detenidos y el Gobierno de Kerenski los envió en agosto a Siberia por su seguridad. La llegada de los bolcheviques al poder en el otoño de 1917 supuso un giro en el destino de Nicolás II y su familia al ser trasladados a Ekaterimburgo, donde se dispuso el asesinato de todos los miembros de la familia en el verano de 1918 ante el temor, en plena guerra civil rusa, de que se produjera una restauración imperial.
Con la muerte de Nicolás II y de toda su familia, la renuncia de su hermano el Gran Duque Miguel en 1917, y la inexistencia de derechos del hijo de éste, Jorge Brassov, por no pertenecer su madre a la nobleza y ser divorciada por dos veces, los derechos dinásticos pasaron a un primo de Nicolás II Cirilo Romanov, hijo del Gran Duque Vladimir quien a su vez era hermano de Alejandro III.
Cirilo fue un fraude para la tradición imperial de los Romanov, y al mismo tiempo una esperanza frustrada para el futuro político ruso. Esta contradicción se basa en el hecho que fue simpatizante de los revolucionarios de 1917, aunque protestó por la detención de su primo y su familia. Tras la detención de Nicolás II se apartó de los revolucionarios y tras el asesinato de Nicolás y su familia intentó una restauración imperial en su persona durante la Guerra Civil Rusa (1918-1921), pero al ver el fracaso del Ejército Blanco frente a los comunistas emigró a Suiza.
Ante el reconocimiento de las potencias europeas a la Unión Soviética, Cirilo se proclamó zar con el nombre de Cirilo I en 1924, aunque no fue reconocido por la mayoría de los miembros de la dinastía Romanov por su connivencia con los revolucionarios en 1917. Es especular pero posiblemente Cirilo hubiera terminado por implantar el liberalismo y la democracia en la Rusia de los años 20 si hubiera llegado a reinar. Murió en 1938 en una clínica de París sucediéndole en sus derechos al trono imperial su hijo Vladimir.
Vladimir Kirilovich Romanov, hijo de Cirilo, nació en Finlandia en 1917 y murió en Miami en 1991. Vivió la mayor parte del exilio en Francia y después en España, aunque pudo visitar Rusia al final de su vida cuando el régimen comunista estaba tocando a su fin. En una decisión muy polémica proclamó heredera de sus derechos dinásticos a su única hija María Vladimorovna. Los demás varones Romanov repudiaron esta decisión, ya que las mujeres están excluidas del trono según las leyes de sucesión imperiales, y se congregaron en la llamada Asociación de la Familia Romanov, cuyo jefe es Nicolás Romanovich pretendiente también al trono, descendiente de una rama menor por vía masculina de Nicolás I.
María, la hija de Vladimir, nació en Madrid donde residían sus padres en 1953. En septiembre de 1976 la Gran Duquesa María contrajo matrimonio con el príncipe Francisco Guillermo de Prusia, bisnieto del último káiser de Alemania Guillermo II. En realidad esta unión de manera premeditada o no daba continuidad a una tradición de matrimonios reales entre príncipes y princesas germanos y rusos que venía dándose desde el siglo XVIII. En 1981 nació de ese matrimonio Jorge Mikhailovich. Cuatro años después el matrimonio se divorció.
Tras la muerte de su padre Vladimir, María se autoproclamó en 1992 Zarina de Todas las Rusias, aunque sus pretensiones al trono son discutidas por los miembros de la Asociación de la Familia Romanov. La mayoría de las ligas monárquicas rusas reconocen los derechos de la descendencia de Cirilo Romanov, abuelo de María, por encima de la de Nicolás Romanovich, jefe de la Asociación de la Familia Romanov. El principal argumento a favor de los derechos de María es el hecho de que el resto de miembros de la Dinastía Romanov contrajeron matrimonios morganáticos, en consecuencia, contrarios a las leyes sucesorias imperiales rusas. Actualmente la relación entre las dos facciones de la Dinastía Romanov es inexistente.
María vive a caballo entre Francia y España. Habla español, francés, ruso e inglés, aunque también puede leer y hablar alemán, italiano y árabe. Su hijo Jorge utiliza el título de zarévich (hijo del zar, heredero al trono) además de Gran Duque de Rusia. Jorge vivió sus primeros años en Francia antes de regresar su familia a España. Desde el divorcio de sus padres en 1985 vive con su madre, mientras su padre vive en su Alemania natal.
Foto: María Vladimirovna
Feliz 2011 a todos.
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