sábado, 3 de noviembre de 2012

Los inicios del Shogunato Tokugawa


Los que tenemos cierta vinculación académica con la historia en España podría decirse, esa es al menos mi impresión,  que hemos pecado siempre de relativo poco interés con esas otras historias de esos otros países que por su situación geográfica nos quedan más bien alejados, y que por su escasa influencia política con Occidente se han mantenido en un claro papel irrelevante en la formación académica de nuestro país. Me refiero a todo aquello que aconteció en países como China, Australia, Vietnam, Indonesia, Nueva Zelanda, o Japón.

Para romper una lanza en favor de esas otras historias quiero traer en esta actualización de blog el tema del shogunato en Japón institución que en aquel país, como no podría ser de otra manera, tiene un lógico interés histórico y cultural, porque Japón en su esencia, y como pocas naciones en el Mundo, es ante todo y sobre todo un referente histórico para la propia ciudadanía nipona.

A Japón lo tenemos muy presente cada vez que vemos una película de la II Guerra Mundial que se desarrolla en el Pacífico, pero cuando dejamos aparte ese trance histórico desgraciado la historia japonesa se desvanece en la conciencia colectiva de la mayoría de occidentales. Es por eso que tratar el tema del shogunato en Japón tiene un componente claramente estimulante para éste que escribe, y puestos a elegir el periodo a tratar qué mejor que hablar sobre los inicios del shogunato más relevante y conocido: el Shogunato Tokugawa.

El shogunato era el gobierno militar y político en el Japón que funcionó desde finales del siglo XII hasta 1868 con la llegada de la Restauración Meijí. A la cabeza del shogunato estaba el shogun, general en jefe de las fuerzas armadas de Japón quien poseía el poder militar y político del país, mientras a la figura del Emperador se le reservaba el poder espiritual y religioso. Existieron tres shogunatos en la historia japonesa: Kamakura, Ashikaga, y Tokugawa.

Desde mediados del siglo XVI venía sucediéndose en Japón una guerra civil entre diferentes clanes feudales que era reflejo de la decadencia del Shogunato Ashikaga. Por aquel entonces nació Tokugawa Ieyasu (1543) hijo de un señor feudal o daimyo de escasa relevancia. Por su origen nada parecía presagiar que para finales de siglo se convertiría en el segundo daimyo más importante del país después de Toyotomi Hideyoshi. Éste último se había convertido en el daimyo más fuerte del Japón después de la batalla de Shizugatake (1583).

Hideyoshi dejó de heredero a su hijo Hideyori, menor de edad, disponiendo el llamado Consejo de los Cinco Regentes para administrar Japón durante la minoría de edad del nuevo gobernante. En ese consejo la figura más relevante era el propio Ieyasu, quien ante la inestable situación de traspaso de poder, y tras la batalla de Sekigahara (1600) librada frente a sus clanes enemigos agrupados en el llamado bloque occidental, se hizo con el poder. Iesayu consolidaría su poder tres años después cuando el Emperador Go-Yozei le concedió el titulo de comandante en jefe de las fuerzas armadas de Japón. Comenzaba así el periodo de dominio del clan Tokugawa, que se extendería por más de dos siglos.

Ieyasu ejerció oficialmente como shogun solamente durante dos años entre 1603 a 1605 cuando abdicó en su hijo Tokugawa Hidetada (shogun, 1605-1623). No obstante Ieyasu siguió ejerciendo de manera efectiva el poder hasta su muerte. En esta decisión parecía pesar el hecho de querer estar al margen de los ceremoniales del poder, así es como se convirtió en lo que en Japón se llamaba shogun enclaustrado. Ese supuesto carácter reservado y cerrado de Ieyasu se trasladó también a su visión política de cara al exterior basada en un aislacionismo  que pondría en marcha a los pocos años de su llegada al poder.

Ieyasu ejerció su poder desde el que fue su centro político, la ciudad de Edo (antiguo nombre de Tokio). Desde 1606 empezó a practicar su política aislacionista prefiriendo no tener vínculos con las potencias occidentales, en especial con España y Portugal por sus vínculos religiosos con el Catolicismo. Sin embargo si permitió un mínimo contacto comercial con los holandeses. En 1606 Ieyasu autorizó los primeros decretos anti-cristianos, en 1610 expulsó a todos los misioneros españoles y portugueses y finalmente en 1614 proclamó el Edicto de Expulsión de Cristianos, donde prohíbe toda actividad cristiana en el país, con el fin de asegurar una estabilidad política y religiosa.

Entre 1614 y 1615 dirigió el Sitio de Osaka donde samuráis descontentos encabezados por Hideyori, joven al que Ieyasu había arrebatado el poder en 1600, se habían hecho fuertes en el Castillo de Osaka. Después de un año Ieyasu y su hijo Hidetada consiguieron derrotar y asesinar a todos los rebeldes incluyendo a Hideyori, su madre y su hijo. A pesar de que Hideyori estaba casado con Senhime, nieta favorita de Ieyasu e hija de Hidetada,  sólo ésta fue perdonada.

Un año después del Sitio de Osaka Ieyasu falleció, momento a partir del cual Hidetada asumió todo el poder del shogunato, fortaleciendo su posición al casar a su hija Kazuko con el Emperador Go-Mizuno, relación de la cual nacería la futura Emperatriz Meisho.

La política aislacionista continuaría en el tiempo y sería el nieto de Ieyasu, Tokugawa Iemetsu (shogun, 1623-1651), quien proclamó oficialmente el aislamiento de Japón del resto del Mundo, no dejando la salida de naves japonesas y permitiendo sólo y de manera restringida el comercio con los holandeses, ya que ellos querían sólo comerciar y no promover el cristianismo.

CURIOSIDADES DE LA HISTORIA

.- De acuerdo a la onomástica japonesa el apellido precede al nombre, de ahí Tokugawa Ieyasu donde Tokugawa es el apellido y Ieyasu el nombre.

.- Tokugawa Tsunayoshi (shogun, 1680-1709), bisnieto de Ieyasu, quien sufría un cierto retraso mental, tuvo una obsesión con el cuidado de los perros, ya que su año de nacimiento coincidía con el año del perro; promulgó edictos que protegían a los perros vagabundos y desaseados sobre las ciudades. En 1695 la cantidad de perros era tan grande que el olor en Edo era insoportable; esto hizo que las personas comenzaran a matarlos. Finalmente, se decidió trasladar 50.000 perros a una gran perrera localizada en los suburbios y que serían alimentados con arroz y pescado a costa de elevados impuestos sobre los ciudadanos. Por estas acciones Tsunayoshi fue apodado como Shogun Perro.

.- Tokugawa Ienari (shogun, 1786-1837) tuvo 55 hijos con 40 consortes. Su periodo de gobierno fue el más largo entre los shogun Tokugawa.

Antonio Díaz.

Bibliografía

Kondo, Agustín Y. Japón: Evolución histórica de un pueblo (hasta 1650). Ed. Nerea. Edición 1999.

Hall, J. W. El imperio japonés. Historia Universal Siglo XXI, Madrid, 1993 (1ª edición, Fráncfort del Meno, 1968)

Collcut; Jansen; Kumakura. Japón. El imperio del sol naciente. Atlas Culturales del Mundo, Ediciones Folio, Barcelona, 1995

Mikiso, H. Breve historia de Japón. Alianza Editorial, Madrid, 2003 (1ª edición, 2000)

 

 

 
 

martes, 23 de octubre de 2012

La reina virtuosa



Hace ya meses que no escribo en este blog, tal vez porque las preocupaciones y responsabilidades a las que uno tiene que hacer frente en el día a día postergan esa posibilidad demasiado tiempo. Así las cosas son que desde abril nada he escrito y por tanto es hora de dejar de nuevo huella.

Ayer estuve leyendo sobre las reinas consortes españolas y pensé en escribir algo sobre una de las reinas más admirables que ha tenido este país, y también de las menos conocidas y reconocidas en la historia española: María Victoria dal Pozzo.

Era María dal Pozzo (1847-1876) mujer cargada de virtudes y mesura por la que los propios políticos españoles sentían admiración. Nació en Francia aunque eso sería una anécdota en su vida ya que era italiana, descendiente de dos nobles e importantes familias. Su padre era Carlo Enmanuele dal Pozzo V Príncipe de la Cisterna, título que María Victoria heredaría de su padre por ser la primogénita de la familia, y su madre fue Luisa Carolina de Mérode quien estaba emparentada con la familia Grimaldi de Mónaco.

La adolescencia de María estuvo cargada de dramatismo por los fallecimientos de su padre y hermana menor. Tuvo que vivir una situación muy kafkiana cuando a la muerte de su padre (1864) su madre perdió la razón y se negó a enterrar el cadáver de su marido, pasando las noches velando el cuerpo acompañada de sus dos hijas. Esa situación tuvo como desencadenante la muerte de su hermana menor, Beatrice, que murió de tifus y estrés emocional un mes después que su padre.

Tras la muerte de Beatrice el luto más absoluto y riguroso se impuso en el Palacio de la Cisterna, residencia familiar, que quedó cerrado a cal y canto. Esta situación empezó a cambiar cuando María conoció al que se convertiría en su marido el príncipe Amadeo, duque de Aosta e hijo del rey Víctor Manuel II de Italia. 

María casó en 1867 con el príncipe Amadeo, de esa manera y por ser éste hijo del rey de Italia la princesa de la Cisterna pasó a tener tratamiento de Alteza Real. Además recibió un nuevo nombre a añadir a los que ya tenía: Victoria, en honor al rey Víctor Manuel II de Italia. En aquel año nada parecía indicar que María Victoria se iba a convertir poco después en reina consorte de España.

Corría finales de 1870 cuando Amadeo Duque de Aosta fue designado por las Cortes españolas rey con el nombre de Amadeo I. Después de ciertas dificultades en la elección de rey, que incluso fueron el detonante para iniciar la Guerra Franco-prusiana a causa del candidato alemán, las Cortes se decidieron por Amadeo de Aosta sus orígenes liberales y ser católico le encumbraba a ser el nuevo soberano. La elección parecía acertada pero los enemigos internos y la convulsa vida política en España que el nuevo rey iba a tener que padecer le llevaron a su renuncia apenas dos años después.

Amadeo no fue bien visto por la sociedad española, no terminaba de querer aprender español y no se relaciona bien en un entorno que le era hostil. Sin embargo, la reina María Victoria era el contrapunto a su esposo. Los diputados comprobaron que se acercaba a hablar con ellos y los saludaba en perfecto castellano. Se la veía como una persona amena que despertaba simpatía. Fue en su tiempo objeto de veneración y respeto por su actitud discreta. Nunca se mezcló en política y dedicó todos sus esfuerzos a obras de caridad, incluso después del exilio cuando lo hacía de manera anónima.

Gracias a sus aportaciones económicas se creó la primera guardería en España, inaugurada por ella siendo aun reina, dedicada a los hijos de las lavanderas de orillas del Manzanares.

Murió consumida por la tuberculosis a los veintinueve años de edad, en San Remo (Italia) en 1876. Fue apodada la Virtuosa, a buen seguro porque lo merecía.

Antonio Díaz.

Bibliografía

CASALEGNO, CARLA: Maria Vittoria, Il sogno di una principessa in un regno di fuoco. Effata Editrice, 2003.
BALANSÓ, JUAN: Las Coronas Huecas. Plaza & Janés, 2003.

sábado, 14 de abril de 2012

El fin de la monarquía en Portugal



Si hay un país que ha venido viviendo una historia bastante análoga a la España ese ha sido Portugal. Sin querer extenderme en comparaciones, que además de odiosas, suelen ser aburridas de soportar, quiero en este post tratar las últimas décadas de la monarquía en Portugal, país que,
de manera anticipada, vivió una situación social y política que en parte se repetiría en España. Que duda cabe que la cercanía con nuestro país influiría en el devenir político, pero es sorprendente ciertas similitudes con lo ocurrido en España.
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Para mediados del siglo XIX Portugal se había estabilizado políticamente tras dejar atrás la guerra civil de los años 30, entre seguidores de la reina María (hija de Pedro IV) y seguidores de Miguel de Braganza (hermano del anterior), un caso sorprendentemente parecido al sucedido en España entre isabelinos y carlistas.
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La estabilización de Portugal se basaba en aquella época en la implantación de un sistema liberal y constitucional con ciertas libertades. Además el país se desarrollaba industrial y comercialmente, a pesar de los cual la modernización del país fue más lenta que en el resto de Europa.
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En ese incipiente desarrollo de Portugal tuvo bastante que ver la figura del rey Pedro V, quien se convirtió en rey en 1853 a la muerte de su madre la reina María II. Influido por su padre Fernando de Sajonia-Coburgo-Gotha, se realizaron en el país ferrocarriles, telégrafos, y mejoras en la salud pública. Pero ese periodo benéfico empezaría a declinar con la muerte del rey en 1861, fallecido a causa del cólera. Al no dejar descendencia por su prematura muerte (24 años) le
sucedió en el trono su hermano menor Luis Felipe (Luis I).
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En el reinado de Luis I (rey 1861-1889), después de unos años de inestabilidad política
(1868-1872), se afianzó un sistema de turno de partidos, al modo que por aquel entonces ocurría en España, entre los partidos conservador y progresista. Pero a pesar de esa estabilidad Portugal se devaluó en aspectos económicos y sociales con respecto a otros países europeos. El rey que era culto y un apasionado por la ciencia, no fue educado para ser rey por ser el tercer hijo
varón, y ello repercutiría negativamente en su gobierno.
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A pesar de las carencias del rey durante su reinado se produjo ciertos avances políticos como la extensión del sufragio a todos los cabezas de familia en 1880, lo que lo aproximaba bastante al sufragio universal. Pero ante una población mayoritariamente rural y analfabeta funcionaria bastante, como ocurrió en España, el sistema caciquil.
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A la muerte del rey Luis en 1889 le sucedió su hijo Carlos quien reinaría como Carlos I (rey 1889-1908). Hombre inteligente pero propenso al despilfarro, a las relaciones extramatrimoniales y con una mala praxis política, que conducirían al fin de la monarquía en Portugal.
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Nada más llegar al trono tuvo que hacer frente a la cuestión colonial con la firma de acuerdos con el Reino Unido que dejaron normalizado el dominio de Portugal en sus territorios africanos. Pero en el interior del país ocurrió todo lo contrario: Portugal se declaró dos veces en bancarrota y los
disturbios sociales aparecieron a la par de las importantes disensiones con socialistas y republicanos; además la prensa actuó claramente en contra del monarca. El avance del republicanismo iba a favorecer la llegada de la república.
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Ante toda esta situación conflictiva el rey tomó la peor solución posible: nombrar a Joao Franco primer ministro, lo que suponía la disolución del Parlamento y la aplicación de políticas dictatoriales. En 1908 el rey y su hijo y heredero Luis Felipe fueron asesinados a tiros en Lisboa por al menos dos hombres republicanos, el próximo rey y segundo hijo de Carlos I, Manuel, fue alcanzado en un brazo.
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A pesar de toda la situación límite en Portugal con la inestabilidad política y el regicidio la monarquía iba a sobrevivir dos años más. El nuevo rey Manuel II iba a responsabilizar a Joao Franco de la situación por sus medidas dictatoriales, en un intento de salvar a la institución que se demostraría fracasado. Se produjeron elecciones libres en las que los republicanos obtuvieron un resultado discreto (9%) y el resto de la oposición a la monarquía obtuvo un 33%
Aunque las elecciones no le fueron totalmente adversas a los defensores de la monarquía el 4 de octubre se produjo una revolución que llevó al rey a salir al exilio hacia el Reino Unido.
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El ex rey Manuel casó en 1913 con una princesa alemana, pero murió en 1932 sin dejar descendencia, por lo que los derechos al trono portugués pasaron a una rama menor de los Braganza descendientes de Don Miguel, el tío de la reina María II.
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La república se extendería durante dieciséis años, periodo político muy conflictivo en el que se incluye una corta guerra civil en 1919, hasta que en 1926 se produce en Portugal un golpe de Estado militar que traería una dictadura que duraría hasta 1974.
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Siendo la historia contemporánea de Portugal esa gran desconocida para los españoles precisamente por su cercanía geográfica, que duda cabe que todo lo anteriormente relatado nos suena bastante, ¿verdad?.
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Imagen: Manuel II, ultimo rey de Portugal.

martes, 3 de abril de 2012

La Italia normanda



Italia fue en la Edad Media un territorio tremendamente
dividido que sufrió múltiples cambios políticos-administrativos. No hay
historia medieval para mí más apasionante que la que aconteció en Italia.
Historia compleja de dominar hasta para los más entendidos, un puzle del pasado
que se presta como cualquier historia a ser desentrañado, y cuando más indagas
más te pierdes y cuando más te pierdes más te apasionas por la historia.
En Italia estuvieron presentes en el Medievo buena parte de
las potencias europeas. Fue el caso de Bizancio, Sacro Imperio, Aragón, Francia
y curiosamente también el de un pueblo originario del norte de Europa, el
normando. Realmente resulta peculiar hablar de un pueblo del norte instalado en
la parte meridional de Europa, muy cerca geográficamente de África a sólo un
tiro de piedra.
Los normandos eran vikingos originarios en su mayoría de
Dinamarca que se expandieron por Europa a partir del siglo IX y se instalaron
en el noroeste de Francia, concediéndoles el rey franco Carlos el Simple un
ducado llamado en adelante Ducado de Normandía. De ahí un grupo en principio
reducido pasó al sur de la península italiana. El motivo de su llegada a Italia
no está bien clarificado, pero parece la explicación más lógica aquella que
apuesta por una llamada del Papado de
Roma para enfrentarse como soldados mercenarios bajo el mando de los lombardos
contra los bizantinos que dominaban la parte más meridional de la península.
A mediados del siglo XI, bajo el vasallaje directo del Emperador
del Sacro Imperio Romano-Germánico Enrique III, se establecieron dos condados
normandos, el Condado de Aversa y el Condado de Melfi, más adelante Ducado de
Apulia. Este ducado sería el responsable más adelante de expulsar a los bizantinos del sur de Italia.
Sicilia por su parte estaba dominada por los musulmanes que
habían establecido el Emirato de Sicilia siglos atrás. A principios del siglo
XI diferentes crisis sucesorias debilitaron políticamente al poder sarraceno en
la isla. Esta situación era muy parecida a la vivida en España en los siglos
XI-XIII. En este contexto, los normandos Roberto Guiscardo y su hermano menor
Rogelio Bosso, de la dinastía Hauteville, intentaron su conquista a partir de
1061, ya que habían recibido del Papa además del título de Duque de Apulia el nominal
de Duque de Sicilia.
Con la conquista normanda de Sicilia Roberto Duque de Apulia
otorgó el título de Conde de Sicilia a su hermano Rogelio I bajo la soberanía
de Roberto. Para 1091 Sicilia quedó liberada de los musulmanes y en ese año
Rogelio también arrebató a los sarracenos la isla de Malta. Rogelio II, hijo de
Rogelio I, sucedió a su hermano Simón en 1105 cuando aún era menor de edad.
Rogelio II (1095-1154) trabajó por aumentar su prestigio y
dominar la totalidad de la isla. A la muerte de su primo Guillermo II de Apulia
en 1127 Rogelio recibió el Ducado de Apulia con lo que consiguió unir todas las posesiones normandas en
Italia, a excepción del Principado de Capua. Eso suponía dominar Sicilia y la
mayor parte de la mitad sur de Italia. Con estas adquisiciones Rogelio se
propuso convertir a Sicilia en un reino. En 1130 Rogelio es coronado rey de
Sicilia por el antipapa Anacleto II. Comienza en ese año la existencia de un reino
que pasados los siglos sería posesión aragonesa de la Casa de Austria.
Los nobles de Apulia no quisieron reconocerlo y los años
posteriores a 1130 estuvieron plagados de luchas entre los rebeldes y el poder
central de Sicilia. Una vez pacificados sus dominios Rogelio II se dispuso a
extender su influencia por el norte de África y Grecia. Murió en 1154 siendo
sustituido por su cuarto hijo Guillermo.
Guillermo I (rey 1154-1166) llamado el Malo era un rey menos
enérgico que su padre. Tuvo que defenderse del Papado y de los griegos en sus
dominios del sur de la península siendo vencedor en la lucha y reconocido como
legítimo rey de Sicilia. Sin embargo los dominios africanos conseguidos por su
padre fueron perdidos a manos de los almohades. Murió en la primavera de 1166
siendo sucedido por su hijo Guillermo.
Guillermo II (rey 1166-1189) llamado el Bueno fue el
contrapunto a su padre en cuanto a la gobernación del reino. Con Guillermo II
se llegó a un periodo de estabilidad cesando los conflictos internos. Casó con
Juana Plantagenet, la hermana de Ricardo Corazón de León, con quien tuvo un
hijo llamado Boemondo, quien murió muy joven.
Excepcional diplomático supo tener a su favor al Papado y a
los lombardos para defenderse de un enemigo común el Emperador del Sacro
Imperio Federico Barbarroja. En su afán de mantener la paz aprobó la unión de
su tía Constanza, hija de Rogelio II, con Enrique Hohestaufen el hijo del
Emperador Federico. Cuando estaba a punto de morir, al no tener descendencia,
nombró heredera a su tía Constanza I de Sicilia.
La decisión de Guillermo II no fue aceptada por Tancredo de
Lecce, hijo ilegitimo de Rogelio de Apulia, hijo mayor de Rogelio II. Tancredo
se rebeló y tomó el control de la isla siendo coronado rey como Tancredo I de
Sicilia en 1190. Al año siguiente Enrique Hohestaufen y Constanza fueron
coronados emperador y emperatriz del Sacro Imperio y se dirigieron hacia el sur
para reclamar el reino de Sicilia. Tancredo tuvo al principio importantes
victorias sobre los imperiales pero su muerte en febrero de 1194 abría el
camino al gobierno Hohestaufen en Sicilia.
Sibilla de Acerra, esposa de Tancredo estableció la regencia
de su hijo Guillermo III, pero en el mes de mayo Nápoles se rindió al Emperador
Enrique y en noviembre hizo lo propio Sicilia. La familia real cayó en poder de
los imperiales y se rumoreó que Guillermo III, castrado y ciego murió en
Alemania en 1198, muriendo así el último rey normando de Sicilia. Se establecía
de esa manera la dinastía Hohestaufen en Sicilia hasta que pasado un siglo
fuera sucedida por la dinastía aragonesa, aunque eso ya es otra historia.


Imagen: Escudo de armas de la familia Hauteville.

domingo, 25 de marzo de 2012

El príncipe valiente



No han sido multitud los príncipes de sangre real que han
destacado por su valentía y compromiso con los súbditos de su reino a lo largo
de la historia. Así es como resulta que cuando se habla de un príncipe
añadiendo la adjetivación valiente inmediatamente pensamos en la historieta El
Príncipe Valiente creada en 1937 por Harold Foster ambientada en la época del
Rey Arturo y sus caballeros de la Tabla redonda, y que ha llegado a nuestros días publicada en
varios periódicos estadounidenses.

Y es que en efecto, los príncipes reales por lo general y teniendo en cuenta que fueron al fin y al cabo humanos y por tanto débiles y fuertes, generosos, pero también vengativos, egoístas y traidores, no dejaron un buen concepto de sus obras en la mayoría de los casos, bien mientras fueron príncipes, bien y sobretodo mientras reinaron. Y hete aquí que a lo largo del
tiempo son infinidad los ejemplos de esto.

Pero en ese ánimo mio de encontrar aquello que no resulta claro y evidente al conocimiento me he puesto a localizar un príncipe valiente que existiera en la realidad, y evidentemente en época pretérita anterior al siglo XX. Y lógicamente no es el único, pero si es digno de tal calificación
más que por ser valiente -que lo era- por ser generoso que en su condición era también
toda una valentía, y lo he encontrado en el Príncipe Real francés Fernando
Felipe de Orleans.

De nombre completo Fernando Felipe Luis Carlos Enrique José
de Orleans nació en Palermo en 1810. Siendo hijo primogénito de Luis Felipe I,
Rey delos franceses (1830-1848), estaba destinado a ser rey, pero la desgracia
le apartó de esa misión. Su nombre Fernando, inédito en la realeza francesa, le
fue impuesto por su abuelo materno, Fernando I Rey de las Dos Sicilias.

Para 1830 cuando estalló la Revolución de julio formaba parte del ejército y con el comienzo de la revuelta se puso del lado de los sublevados parisinos. Cuando su padre fue elegido por las Cámaras francesas para ser rey, el primero y único de Francia de la Dinastía Orleans, él se convirtió en Príncipe Real.

Intervino en política de manera infructuosa junto a su padre, pero donde de verdad se desenvolvió bien fue entre el Pueblo, donde era muy popular por las demostraciones de valía
en la guerra en Argelia. Se distinguió por querer mejorar la moral y las
condiciones de los soldados. Pero sobretodo se le admiró por la demostración de
coraje y generosidad en la epidemia de cólera de 1832 cuando condujo a los más
enfermos a un hotel de París sin preocuparse por el peligro que corría de
contagio.

Era generoso y preocupado por los más necesitados y una
esperanza para la oposición al régimen de su padre. Pero su muerte en un
accidente de carruaje en 1842 truncó su suerte y con ella la de la salvación de
una monarquía francesa debilitada en los años 40 que caería con la Revolución
de 1848. De haber vivido en esa fecha hubiera tal vez podido sobrevivir la
monarquía en Francia por la popularidad del príncipe entre el Pueblo, pero eso
es historia ficción y lógicamente es imposible de saber.

Fernado era bisabuelo de nuestro actual monarca Juan Carlos I.

jueves, 22 de marzo de 2012

Batalla de Little Big Horn



La Batalla de Little Big Horn tuvo lugar el 25 y 26 de junio de 1876, en Little Big Horn, territorio de Montana (EE.UU) siendo esta una de la muchas batallasde la Guerra de Black Hills entre
soldados del 7º Regimiento de Caballería comandado por el Teniente Coronel George
Armstrong Custer y varias tribus indígenas bajo el mando del gran jefe sioux Tasunka Witko, llamado también Caballo Loco.
Se trató de
una de las mayores derrotas del Ejército de los Estados Unidos durante las llamadas «Guerras Indias».
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De sobra es conocido que el enfrentamiento se saldó con la muerte del coronel Custer y de
sus hombres, una derrota inesperada que quizás fuese debida a los siguientes motivos:

Error de Custer al pensar que su regimiento podría hacer lo que hubiese necesitado todo un ejército. Es posible que Custer recordase las temerarias cargas de su caballería efectuadas durante la Guerra Civil, que tantas victorias le valieron, eso sí, enfrentadas a un enemigo que actuaba de distinta forma, y siempre con mucha suerte de su lado.

En el campo de batalla, división de las fuerzas ante un enemigo superior en número, quizás para evitar que en la victoria Terry o Gibbon (y en menor medida Reno o Benteen) le quitasen el mérito que necesitaba para alcanzar mayor fama en su (hipotetica) futura carrera hacia la Presidencia de los Estados Unidos.

Negativa del Teniente Coronel Custer a dotarse de armas pesadas (ametralladoras Gatling) y a contar con fuerzas de apoyo, debido a las prisas que tenía por entablar combate con los indígenas en la certeza de que iba a derrotarlos.

Desobedecer los consejos de sus exploradores nativos de no atacar y esperar refuerzos, ya que eran superados en número por sus enemigos. Es posible que Custer pensase que al primer ataque los indios se iban a asustar y a salir en desbandada como hacian habitualmente (Custer desconocia la agresividad demostrada por los indios en la batalla de Rosebud contra Crook solo una semana antes).

Prisa por atacar y derrotarlos, ya que 8 días después (el 4 de julio) se iba a celebrar el centenario de la Independencia de Estados Unidos. Además ese mismo día se reunía la convención del partido demócrata que iba a nominar los candidatos a la Presidencia, y Custer deseaba dirigir los destinos de su patria.

Todos estos errores, sumados, hicieron que los indígenas sólo perdieran unos 200 guerreros.
Por su parte, Custer tuvo 268 muertos, entre ellos 16 oficiales, 242
suboficiales y tropa, así como 10 civiles y exploradores.
Las teorias más modernas (Pennington) atribuyen el colapso del batallon de Custer a la
prematura herida en el pecho del mismo al intentar cruzar el vado y atacar el
poblado. Eso explicaria en parte la confusion y la retirada desordenada hacia
los altos cercanos. Teorias que no excluyen las responsabilidades propias a
Reno y Benteen que no cooperaron en absoluto por no decir que simplemente
desobedecieron sus ordenes. La corte marcial del Mayor Reno celebrada tres años
mas tarde fue aprovechada por el Ejercito para "tapar" el asunto y echarle todas las culpas a Custer.