martes, 23 de noviembre de 2010

Diez dias de guerra


Las guerras por desgracia suelen durar meses y años y son pocas las que duran solamente días, una de las más conocidas es la Guerra de los Seis Días en 1967 entre Israel por una parte y Egipto, Siria, Jordania e Irak por otra, por su duración fue de las más cortas que han existido. Menos conocida por su nombre pero reciente en la memoria es la Guerra de los Díez Días (junio-julio 1991), una de las varias guerras yugoslavas que se produjeron entre 1991 y 1995, de hecho fue la primera de todas ellas.

Yugoslavia era ya un ente muerto nada más nacer, por exagerado que esta expresión parezca. En diciembre de 1918, tras la Primera Guerra Mundial, se creaba un Estado artificial en los Balcanes que aglutinaba diferentes etnias, culturas y lenguas, diferentes pueblos en suma con personalidad propia cada uno: eslovenos, croatas, serbios, montenegrinos, bosnios musulmanes, y macedonios. El destino solo podía deparar la fragmentación de un país al que buena parte de sus habitantes no lo sentían como propio. De hecho sólo un 1% de habitantes de la ex –Yugoslavia se consideraban a sí mismos yugoslavos en los momentos inmediatos al inicio de la guerra.

Los problemas en Yugoslavia ya empezaron a los pocos años de nacer como país en los años 20 y 30, fundamentalmente entre croatas y serbios, y la Segunda Guerra Mundial favorecería la desunión del país, hasta que el colapso del Estado llegó para finales de los 80 y principios de los 90. La dictadura socialista del mariscal Tito mantuvo unida de manera artificial a Yugoslavia entre 1945 y 1980, año de la muerte del ostentoso dictador, pero a partir de ahí todo comenzaría a tambalearse en los Balcanes.

La Guerra de los Díez Días enfrentó a Eslovenia, que buscaba su independencia, con Yugoslavia. Eslovenia era una de las seis repúblicas que componían Yugoslavia, la más occidental del país y además la más occidentalizada. En diciembre de 1990 Eslovenia celebró un referendo que obtuvo un 88 % de votos a favor de la independencia. El 25 de junio de 1991 Eslovenia se declaraba unilateralmente independiente. Los eslovenos sabían que nada más declarar la independencia el ejército yugoslavo empezaría a actuar, por lo que desde hacía varios meses venían preparándose para una nueva situación que pudiera incluir la lucha armada.

Fueron diez días de guerra de baja intensidad con pocas bajas por ambos bandos (18 eslovenos y 44 yugoslavos) y que acabaría con la retirada yugoslava y la aceptación en la práctica de la independencia de Eslovenia por parte de Yugoslavia. La fuerte resistencia eslovena sorprendió al ejército yugoslavo y a las autoridades federales. En vez de decidir una guerra total para frenar el independentismo los dirigentes de Belgrado se negaron a seguir con la guerra.

Las claves de ese resultado fueron varias, posiblemente la principal fue que cada república en Yugoslavia contaba desde la época de Tito con una fuerza militar propia de defensa territorial. También fue clave el estado anímico de cada uno de los bandos; mientras los eslovenos se mostraron animados y unidos para conseguir sus objetivos, los yugoslavos sufrieron numerosas deserciones de eslovenos y croatas en sus filas, sin contar que muchos de los soldados no sabían que estaban participando en acciones bélicas reales.

El gran error del gobierno federal yugoslavo fue no afrontar el problema en su verdadera dimensión. Pensaban desde Belgrado que moviendo las tropas pronto desistirían los eslovenos, pero la determinación de los mismos era total. Se decidió por parte de las autoridades yugoslavas llevar a cabo una guerra a pequeña escala consistente en ocupar puestos fronterizos y aeropuertos, frente a la opción de una guerra abierta que acabara con el gobierno esloveno. Se demostró que la táctica seguida era un fracaso. Además los mismos serbios estaban más pendientes de la inminente guerra con Croacia, y ya durante el mismo conflicto con Eslovenia el ejército yugoslavo empezó a tomar posiciones en una Croacia que guardaba límites territoriales con Eslovenia.

El líder nacionalista serbio Milosevic soñaba con una nación que incluyera a todos los serbios de Yugoslavia, lo que entonces se denominaba la “Gran Serbia”. Los serbios dominaban la política yugoslava y el hecho de la bajísima presencia de serbios en Eslovenia fue determinante para que los serbios nacionalistas estuvieran más inclinados a dejar que la guerra se perdiera. En Croacia, por el contrario, la importante presencia de serbios en la región de la Krajina desembocaría en una cruenta guerra entre serbios y croatas que conmovió a toda Europa.

La gran importancia de la guerra en Eslovenia, además de la independencia conseguida, radicaba en la demostración de inoperancia del gobierno federal para hacer frente a un conflicto armado de baja magnitud. A partir de entonces toda Yugoslavia se convirtió en la república caótica de Europa. Visto lo visto en Eslovenia todo parecía más fácil para los separatistas, aunque para Croacia y Bosnia todo iba a ser más duro, más sangriento, y más largo.

La guerra en Eslovenia fue la primera herida balcánica de los 90 que por fortuna pronto cicatrizó, la guerra más corta y por eso mismo la menos recordada, aunque eso si en mi retina aun están los camiones cruzados en las carreteras eslovenas impidiendo el paso de los tanques yugoslavos, y es que hay imágenes que siempre portamos en nuestra memoria por más que pase el tiempo.

jueves, 18 de noviembre de 2010

El principe jorobado


En la historia podemos encontrar multitud de enfrentamientos entre príncipes y sus respectivos padres monarcas. En España el más popular es el que tuvieron Carlos IV y su hijo el príncipe Fernando (Fernando VII) en 1808. También es interesante aunque menos conocido el que existió entre Felipe II y su hijo primogénito el príncipe Don Carlos. La historia que rescato hoy es la del enfrentamiento de Carlomagno y su primogénito Pipino llamado el Jorobado, historia muy desconocida por la lógica de que las cosas que no tienen trascendencia histórica dejan una huella prácticamente imperceptible al conocimiento general.

Pipino nació en el año 769 siendo hijo de Carlomagno y de su concubina Himiltruda. Le fue puesto el nombre de su abuelo el rey Pipino lo que suponía un simbolismo importante para sus aspiraciones. No fue el primer descendiente de Carlomagno ya que parece que con anterioridad nació su hermana Amaedru de la que no queda claro su tiempo de vida, posiblemente murió al poco de nacer. Carlomagno tuvo cinco esposas y entre hijos legítimos e ilegítimos un total de 20, si bien sobre estos últimos (en total 7) no hay base histórica.

Pipino no está entre los 7 hijos ilegítimos de Carlomagno pero tampoco puede afirmarse que fuera plenamente legítimo, ya que la relación entre sus padres no queda aclarada totalmente por los historiadores puesto que unos afirman que era un matrimonio y otros que era un concubinato. La figura del concubinato en aquella época se situaba entre las relaciones extramatrimoniales y el matrimonio, como una especie de matrimonio no oficializado.

El príncipe Pipino tenía a su favor ser el primogénito varón con lo que aquello suponía, pero su posible ilegitimidad y su deformidad física por un problema en la columna, que le valió el apodo de “el Jorobado”, le apartó de la sucesión real de los francos. A pesar de ello su padre le dio el debido tratamiento como varón de mayor edad y además le tuvo un verdadero afecto como padre.

Pipino era un hombre amable y despertó las simpatías en la corte. El grupo de nobles descontentos fijó sus aspiraciones en él lo que se convertiría más adelante en su perdición. En 780 Carlomagno desheredó formalmente a Pipino y el Papa bautizó a su tercer hijo Carlomán con el nombre de Pipino, con el especial sentido que aquello tenía. Esta acción parece que fue inducida por Hildegarda, tercera esposa del rey y madre de Carlomán y Carlos el Joven, que posiblemente sentía peligrar la herencia de sus hijos a favor de Pipino.

Al príncipe Pipino se le permitió permanecer en la corte y Carlomagno continuó dándole prioridad a la sucesión de su hijo legítimo mayor Carlos el Joven. En el año 792 un grupo de nobles convenció a Pípino para que se uniera a un complot que acabara con la vida de su padre y le dejara a él como rey con el objetivo de poder manipular al nuevo soberano fácilmente. El complot fue descubierto y los culpables condenados a muerte. La pena a Pipino le fue conmutada por la obligación de entrar en el monasterio de Prüm para vivir el resto de sus días como monje. Allí murió veinte años después quien estaba esperanzado en heredar parte del Imperio carolingio (la tradición germánica dictaba el reparto de los reinos entre los hijos del rey a su muerte), pero el destino le deparó el ostracismo.

Curiosamente, aunque hay dudas al respecto, parece que Carlomagno sobrevivió a once de sus trece hijos reconocidos. Sobrevivieron al Rey-Emperador su hijo Luis el Piadoso, quien heredaría el Imperio, y su hija Bertha.

lunes, 15 de noviembre de 2010

La guerra de la otra orilla


“No hay democracia porque la única fuente de poder es Alá a través del Corán, y no el pueblo. Si el pueblo vota contra la ley de Dios, no es más que blasfemia. En este caso es necesario matar a los no-creyentes por la buena razón de que desean sustituir la autoridad de Dios por la suya propia”.

Alí Belhadj, islamista radical argelino (1989).


Los últimos años 80 y primeros 90 estuvieron cargados de importantes acontecimientos políticos en especial en Europa, Oriente Próximo y Oriente Medio, y pasaron un tanto desapercibidos otros sucesos en otras partes del mundo. Por aquel entonces yo terminaba bachillerato y comenzaba mi carrera con lo que para mí también se convirtieron en años importantes, aunque claro yo no era plenamente consciente de ello, cosas de la juventud.

Por esos primeros años 90 llegaban preocupantes noticias de Argelia si bien parecía que la atención política internacional se centraba más en los acontecimientos en el este de Europa y en la Guerra del Golfo. La verdad es que no me paré a pensar mucho en aquellos años lo realmente cerca que geográficamente se encuentra Argelia de España, y es que no llegan a doscientos kilómetros lo que separan las costas de mi querida Murcia de las costas argelinas. Sería allí en Argelia donde comenzaría una guerra salvaje en 1992, y lo fue más que por el número de víctimas por la manera de guerrear o mejor dicho por la manera de matar.

Los orígenes de la Guerra Civil Argelina (1992-2002) hay que buscarlos en los años finales de los 80 cuando Argelia vivía difíciles momentos económicos. Argelia desde su independencia en 1962 venía siendo gobernada bajo un sistema de partido único con un régimen de corte socialista liderado por el F.L.N. (Frente de Liberación Nacional). Para finales de 1987 parecía evidente que el régimen no podría mantenerse por mucho tiempo. La dependencia económica del petróleo cuyo precio en el mercado internacional había caído sustancialmente hizo entrar al país en una importante crisis general.

Ante las masivas protestas de la población por el deterioro económico con un aumento del paro preocupante el presidente Bendjedid decide avanzar hacia la reforma. En 1989 introdujo una nueva Constitución en la que se anunciaba libertad de expresión y asociación. Para finales de aquel año fueron reconocidos por el gobierno varios partidos políticos entre los que estaba el islamista Frente Islámico de Salvación (F.I.S.).

En las elecciones locales de 1990 el F.I.S. arrasó con el 54 % de los votos. En las elecciones legislativas de diciembre de 1991 ganó en la primera ronda con el 48% de los votos, con lo que un gobierno islamista parecía inevitable. Este resultado no fue aceptado por el ejército entre otros motivos porque los líderes del F.I.S. ponían en cuestión lo idóneo de un sistema democrático. Había por tanto un palpable miedo sobre cómo actuaría un gobierno islamista en Argelia. En enero de 1992 el ejército canceló el proceso electoral, obligó a dimitir al presidente Bendjedid e instaló en la presidencia a Mohammed Boudiaf. También se arrestaron a muchos miembros del F.I.S. y se suspendieron muchos derechos constitucionales.

Tras estos sucesos los partidarios del F.I.S. comenzaron una guerra de guerrillas contra el gobierno. Los dos principales grupos guerrilleros fueron el Grupo Islámico Armado (G.I.A.) y el Ejército Islámico de Salvación (A.I.S.), éstos últimos convertidos en el brazo armado del F.I.S. Al principio los objetivos de los islamistas fueron el ejército y la policía, pero al poco tiempo algunos grupos radicalizados atacaron también a civiles. El G.I.A. declaró también la guerra al A.I.S. al conocer las negociaciones que éstos mantenían con el gobierno, aunque finalmente no llegaron a ningún resultado. Se convirtió entonces la guerra en una contienda a tres bandas de todos contra todos.

En los años 1997 y 1998 Argelia se vio sacudida por masacres muy sangrientas. Las guerrillas del G.I.A. se marcaron como objetivo pueblos enteros sin hacer distinciones de sexo o edad matando a decenas y en ocasiones a centenares de personas. Se destripaba a mujeres embarazadas, se desmembraba a niños, se cortaban los miembros de los hombres uno por uno, y se capturaban a mujeres para hacerlas esclavas sexuales.

Después de estas masacres el A.I.S., que en esos momentos se encontraba en una guerra total contra el G.I.A., decidió poner en claro su distanciamiento con la táctica sangrienta del G.I.A y el 21 de septiembre de 1997 declaró un alto el fuego unilateral e incondicional. Durante los meses siguientes el A.I.S. negoció la amnistía de sus miembros.

La táctica de masacrar a la población produjo deserciones en el G.I.A. la más importante la realizada en 1998 por el Grupo Salacista para la Predicación y el Combate, actualmente conocido como Al-Qaeda del Magreb. En los años siguientes a 1998 el G.I.A. fue lentamente destruido por las operaciones del ejército y para 2002 estaba prácticamente desarticulado.

La violencia no ha desparecido todavía de Argelia teniendo a Al-Qaeda del Magreb, movimiento heredero del Grupo Salacista, como grupo terrorista en la práctica de secuestros y atentados no sólo en Argelia sino también en buena parte del Sahel.

Las barbaries cometidas en Argelia no fueron menos que las que en las noticias de la primera mitad de los 90 nos llegaban desde la antigua Yugoslavia, y además esas masacres argelinas se perpetraron muy cerca de nuestros hogares del sur de España, pero la sensación era que se cometían lejos bastante lejos, tal vez porque aquellos sucesos ocurrieron en un continente el africano tan cercano y tan alejado al mismo tiempo de España.


PALABRAS ANEXAS

La fuerza moral de España en el ámbito internacional será directamente proporcional a la respuesta que tenga frente al conflicto del Sáhara Occidental, actualmente DEFICIENTE.


PRESIDENTES DE ARGELIA DURANTE EL CONFLICTO

Muhammad Boudiaf (11 de enero, 1992 – 29 de junio, 1992)
Ali Kafi (2 de julio, 1992 – 31 de enero, 1994)
Liamine Zéroual (31 de enero, 1994 – 27 de abril, 1999)
Abdelaziz Bouteflika (27 de abril, 1999 – Actualidad)

viernes, 12 de noviembre de 2010

El Estado desconocido







La historia está llena de naciones pequeñas que nacen y mueren, de naciones muy poco conocidas que existen desde tiempos remotos, de naciones artificiales que sobreviven precariamente hasta que desaparecen. En definitiva, en la historia y en la actualidad podemos encontrar casos peculiares que responden a las anteriores premisas y a otras de naturaleza parecida.

Quería en este post hablar de un Estado cuya existencia ha sido poco conocida, posiblemente porque su existencia era un artificio mostrado en arreglo político para en realidad buscar una salida a un problema étnico. Estoy hablando del Territorio Libre de Trieste.

Trieste fue una Ciudad-Estado entre 1947 y 1954 situada en Europa central entre el norte de Italia y el territorio que ocupaba la antigua Yugoslavia. El territorio abarcaba la ciudad portuaria de Trieste (Zona A) y una pequeña porción de la península de Istria (Zona B).

Durante siglos Trieste formó parte del Imperio austriaco y posteriormente del Imperio austro-húngaro. El censo realizado por los austriacos en 1910 desglosaba a su población lingüísticamente resultando de ello que más del 60 % de su población era de origen italiano y en torno al 30 % eran eslovenos.

En 1921 Italia, una de las potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial, se anexionó Trieste e Istria, territorios perdidos por Austria tras su derrota en la guerra. Durante el periodo del gobierno fascista italiano la población eslovena fue discriminada y surgieron episodios de violencia contra ellos. Asimismo, algunos eslovenos de Trieste e Istria se organizaron para realizar acciones terroristas en los años 20 y 30. Este clima provocó la salida de muchos eslovenos de Trieste hacia Yugoslavia y también de italianos hacia Italia.

En 1943 el régimen fascista italiano se derrumbó frente a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y Trieste fue ocupado por los alemanes. El 1 de mayo de 1945 fue liberado por el ejército yugoslavo, y un día después llegaron tropas británicas. Los yugoslavos se marcharon al mes siguiente cumpliendo un acuerdo con los Aliados.

En febrero de 1947 se estableció el Territorio Libre de Trieste, que se dividió en dos zonas. La Zona A (Trieste) quedó administrada por los británicos y estadounidenses, y la Zona B (noroeste de Istria) que quedó bajo administración del ejército yugoslavo. El territorio nunca funcionó como un verdadero Estado independiente, aunque su condición oficial fue respetada. De hecho Trieste editó sus propias monedas y sellos de correos.

Sin pretenderlo los Aliados parecía que se reeditaba la política de pequeños Estados en Italia tan presente en tiempos pretéritos, aunque en esta ocasión las condiciones jurídicas y la forma de Estado eran muy diferentes. Se ponía un parche en un problema que tarde o temprano debería de solucionarse, como así fue.

En 1954 se llegó a un acuerdo entre las potencias administradoras de Trieste e Italia por el que el país transalpino se hizo con la administración provisional de la Zona A y Yugoslavia de la Zona B. Quedaba así resuelto el problema de Trieste de la manera más lógica. Se consumaba la pérdida de Italia del territorio en su totalidad y quedaba para ella una parte, la más importante eso sí, la de la ciudad de Trieste.

Lo curioso es que Trieste de jure siguió existiendo como Estado, en realidad un Estado fantasma, hasta su disolución formal en 1977 tras el Tratado de Osimo en el que se dividió definitivamente el territorio entre Italia y Yugoslavia de manera oficial.
Imágenes: bandera y lugares de Trieste.

martes, 9 de noviembre de 2010

La guerra interminable




Posiblemente no hay en el mundo país más asociado a la guerra en las últimas décadas que Afganistán. A esa condena amarga y agónica que supone todo conflicto bélico el país de los afganos ha estado vinculado desde finales de los años 70. Para las gentes de Afganistán la guerra es un presente continuo que parece no tener fin, y están tan habituados a ella que para muchos es su medio de vida. No ha habido paz allí desde 1978, por lo que se puede hablar de unas luchas que se alargan ya 22 años.



En este post quería tratar los orígenes de la problemática afgana, y las causas que desencadenaron la guerra a finales de los 70. Las razones y motivaciones de la lucha en Afganistán han cambiado de aquel tiempo hasta ahora, pero las guerras han continuado de manera ininterrumpida desde entonces hasta nuestros días.



El principio de la desestabilización tiene su origen en la decisión tomada por el gobierno afgano en 1964 de dar paso a una monarquía constitucional y democrática para la cual el país no estaba preparado. Lógicamente la democracia es el modelo político menos malo y el más deseado, pero no es menos cierto que la democracia es un sistema poco indicado para determinados países y en determinados momentos, desgraciadamente eso es así, y ese era el caso de Afganistán.



A partir de la aparición de la democracia empiezan a proliferar los partidos de ideología marxistas y pro-soviéticos que irían tomando fuerza y con los años desestabilizando el país. Afganistán estuvo siempre en una encrucijada entre la influencia inglesa y soviética hasta la Segunda Guerra Mundial, y a partir de entonces entre la influencia de la URSS y EE.UU. Supo en un principio, y en el marco de la Guerra Fría, mantener el equilibrio diplomático y por ello fue recibiendo ayuda de las dos grandes potencias, aunque fue la URSS quien ejerció mayor influencia. Afganistán era un punto geoestratégico clave para la URSS con la que guardaba frontera y eso explica en gran medida el papel de los soviéticos en aquella zona.



La influencia soviética empieza a tener importancia a partir de 1953 con la llegada al poder de Mohammed Daud, primo del rey Mohammed Zahir Sha. Pero en 1963 Daud es depuesto por el rey y se comienza con el proceso democrático. En 1973, aprovechando la ausencia del rey que estaba en el extranjero, Daud da un golpe de Estado apoyado por la URSS proclamándose la república. Sin embargo Daud iría girando su política hacia el mundo árabe y desligándose poco a poco de la URSS lo que llevaría a la intervención política soviética.



En la primavera de 1978 se produce un nuevo golpe de Estado con apoyo soviético para derrocar a Daud e instalar en el poder a los comunistas afganos con Taraki a la cabeza. La llegada de los comunistas y la introducción de políticas de corte marxista en un país islámico terminarían por convertir en un caos al país, surgiendo grupos rebeldes y produciéndose atentados terroristas continuamente.



Además, para ahondar en la desestabilización, los comunistas en el poder estaban divididos en dos facciones enfrentadas lo que llevaría al derrocamiento de Taraki y la llegada al poder de Amin, quien giraría su posición hacia el apoyo norteamericano. Este giro provoca a finales de diciembre de 1979 la definitiva intervención militar soviética. Se nombra entonces un gobierno títere presidido por Brabak Karmal.



La resistencia se organiza entonces en oposición a la intervención soviética y contando con la ayuda en armamento de EE.UU y China. La feroz resistencia de los rebeldes muyahidines y la puesta en práctica en la URSS de la Perestroika llevan a Gorbachov a mandar la retirada soviética en 1989. Ya habiendo dejado la ideología marxista en 1990 el presidente de la república, Mohammed Najibullah, pretendía una reconciliación nacional pero no pudo contener a los muyahidines que carecían de todo sentido de Estado. La república afgana de los comunistas duraría hasta 1992 cuando es derrocada por los grupos rebeldes.



La guerra no terminaría entonces ya que a partir de ahí las luchas internas por el poder continuarían entre los grupos y etnias que lucharon contra los soviéticos. Una de las etnias más importantes fue la pashtu a la que pertenecían los talibanes quienes conquistaron el poder en 1996. Esa continuación de la lucha junto con los hechos acontecidos en 2001 con el ataque a las Torres Gemelas propiciaron la entrada en escena de EE.UU como nueva potencia intervencionista con la intención de frenar el terrorismo islamista, alargándose de esa manera la lucha hasta nuestros días.



El futuro para Afganistán no está nada claro. La anunciada retirada de EE.UU. a corto-medio plazo puede provocar un regreso de los integristas islámicos al poder. Lo que más importa saber si eso ocurre es qué repercusiones para Occidente puede tener en cuanto al terrorismo islamista. Si hay algo que se intuye es que sólo la presencia de tropas occidentales en Afganistán puede evitar el regreso de los talibanes, y también está claro que esa presencia tampoco parece que sea razonable que se alargue en el tiempo. En definitiva, encrucijada para Occidente y guerra santa para los integristas islámicos.




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Notas:




Rafa acepto el reto de los reyes malditos, aunque eso requerirá su tiempo. Te agradezco tus retos porque me estimulan, además el tema me gusta y me gusta bastante.




Alma gracias por tus visitas, espero poder despertar en ti curiosidad por los temas planteados y si te sirven para aprender un poco de historia pues genial.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La memoria del dolor (a proposito de Odessa)

Cuando las personas no sabemos cuidarnos el cuerpo y lo maltratamos nuestra naturaleza física que es sabia y diría que un tanto vengativa revierte ese descuido en dolor físico que hace acto de presencia pasado el tiempo. Es lo que puede denominarse científicamente memoria del dolor, esa que vuelve para recordarnos que no hemos sido generosos en nuestro propio cuidado. Haciendo un paralelismo con la historia pasa algo parecido con los daños que la humanidad se ha hecho a sí misma, pasado el tiempo regresa el dolor a la conciencia a través de recuerdos, conmemoraciones y homenajes.

Se haría demasiado larga y especialmente amarga la lista que pretendiera incluir los mayores crímenes contra la humanidad cometidos en la historia, pero en la memoria de todos se encuentran perseverantes los cometidos por los nazis, como si ese recuerdo constantemente rememorado por los medios quisiera darnos una lección ética, moral, humana en definitiva. Sería lógico, por la cantidad de víctimas, afirmar que fueron los nazis quienes cometieron los mayores crímenes, faltaría no obstante analizar otras barbaries en la historia para saber si en efecto fue así, lo que está claro es que ese pensamiento es el que los sucesos de los primeros años 40 en Europa nos hace creer a la mayoría, por eso hay que tener siempre presente ese pasado ya que todo tiempo es tiempo de aprender, será porque el aprendizaje no tiene un tiempo determinado sino que el tiempo en su totalidad es aprendizaje.

Por suerte para Europa el nazismo perdió el poder en la primavera de 1945. A partir de ahí el nazismo personificado en los miembros de las SS debía invernar y esconderse del mundo, era tiempo de oscuridad para aquellos que trabajaron para el pretendido inicio del imperio de los mil años, para un futuro social rígido en sus maneras y puro en la raza, para una desgracia de régimen que sucumbió por la ambición desmedida de su líder, un austriaco que cuando era niño quería ser de mayor pintor, y de una manera siniestra y diferente a la que él pensaba lo fue, porque se convirtió en el mejor pintor del horror.

Una vez derrotada Alemania los miembros de las SS necesitaban huir del país y refugiarse en países que le fueran afectos. Hubo una organización que supuestamente desempeñó ese trabajo, la organización Odessa (nada que ver con la ciudad ucraniana de Odesa, Odessa en ruso). Se tiene dudas sobre la existencia real de Odessa siendo puesta en cuestión por algunos especialistas en el tema, pero su existencia o no como tal es irrelevante ya que en efecto si hubo organizaciones que ayudaron a los nazis a escapar, se especula con la CIA, con algunos gobiernos sudamericanos y con una red de clérigos católicos con base en Italia.

Los principales países de destino fueron Argentina, Brasil, Paraguay, y especialmente España. En el caso de nuestro país por lógicos motivos ideológicos, como también ocurrió en el caso de Argentina que en aquellos años era gobernada por el régimen de Juan Domingo Perón, simpatizante de las potencias del Eje. Los nazis buscaron la impunidad y el anonimato, escapar de una justicia que en absoluto iba a ser indulgente, pero hubo personas anónimas y no tan anónimas que dedicaron su vida a la localización y hostigamiento de los verdugos para que fueran puestos a disposición de la justicia. Una de esas personas fue el judío austriaco Simon Wiesenthal.

Wiesenthal, que consiguió escapar al Holocausto, afirmó que Odessa se fundó en 1946 para ayudar a nazis prófugos de la justicia internacional. Pero si se hace caso a manifestaciones de ex – miembros de las SS no había una sola organización sino varias. El juicio de Nuremberg juzgo y condenó a los principales responsables, pero quedaron muchos verdugos fuera del alcance de la justicia. Uno de los que supuestamente huyeron a Sudamérica fue el secretario personal de Hitler, Martin Bormann. Aunque durante años se consideraba a Bormann muerto en Berlín durante la caída de la capital a primeros de mayo de 1945, también es cierto que se le buscó en Argentina y se llegó a creer que al ser conocido del militar paraguayo Stroessner estuvo refugiado en Paraguay.

Lo más curioso es que incluso Hitler, a pesar de las muchas evidencias de su suicidio, fue buscado en Argentina, tal vez porque parecía difícil de encajar el hecho que el que había sido el hombre más poderoso de Europa durante unos años decidiera quitarse la vida y no intentar escapar.
Resultó especialmente doloroso ver la impunidad de algunos nazis que quedaron en Alemania sin ser juzgados porque sus crímenes fueron cometidos en otros países, nazis que fueron hostigados por activistas antifascistas, y también bastante polémico el hecho de que algún antiguo nazi ocupara algún cargo político local en la nueva Alemania occidental, como en efecto sucedió.

Aunque eran alemanes la mayoría de los responsables de genocidio durante la Segunda Guerra Mundial también en los países satélites del Eje como Hungría y Croacia hubo criminales de guerra que escaparon de la justicia. Es en este sentido especialmente sangrante el caso de los nacionalistas croatas de la Ustase.

La organización Ustase fue formándose en el tránsito de los años 20 a los 30 por nacionalistas croatas en el exilio que buscaban la independencia de Croacia respecto de Yugoslavia. Fueron ellos quienes asesinaron al rey Alejandro I de Yugoslavia en 1934. Durante la guerra crearon con ayuda nazi e italiana un Estado independiente en Croacia cuyo líder en el gobierno fue Ante Pavelic.

En Croacia se crearon campos de concentración en los que se procedió al exterminio de serbios, gitanos y judíos. Las atrocidades cometidas por los ustasi fueron tan grandes que incluso sorprendieron a algunos miembros de la Gestapo. Tras ser liberada Yugoslavia muchos ustasi fueron ajusticiados, pero otros corrieron mejor suerte al conseguir escapar a España e Iberoamérica. Entre los que lo consiguieron estaba la cúpula de la Ustase. Ante Pavelic junto a sus correligionarios más cercanos consiguió llegar a España disfrazado de monje católico, ayudado por la iglesia católica croata. Las víctimas de la Ustase fueron en torno a 300.000.

Es hoy como cualquier otro momento tiempo de recuerdo, un recuerdo permanente y educativo para todos sobre lo que no se debe de volver a repetir. Europa pareció rememorar a pequeña escala lo sucedido en los años 40 cuando las guerras yugoslavas hicieron su aparición 50 años después, porque al fin y al cabo el pasado de una u otra forma vuelve a aparecer, pero cuanto mejor se aprende del pasado mejor se afronta el presente y el futuro y esa lección Europa parece que ha sabido aprenderla.

CURIOSIDADES DE LA HISTORIA

-El nombre Adolf viene del antiguo alto alemán y significa “lobo noble” (Adel=nobleza ­y Wolf=lobo). Uno de los apodos utilizados por Hitler fue Wolf o Herr Wolf. Hitler era conocido por su familia y parientes más cercanos como Adi.

-Uno de los símbolos de la Ustase era el damero rojo y blanco que actualmente es el escudo de armas de Croacia.

-ODESSA es el término abreviado de Organization Der Ehemaligen SS-Angehörigen (Organización de antiguos miembros de la SS).

Nota: post creado a sugerencia de Rafa. Gracias Rafa por seguir ahi.