lunes, 15 de noviembre de 2010

La guerra de la otra orilla


“No hay democracia porque la única fuente de poder es Alá a través del Corán, y no el pueblo. Si el pueblo vota contra la ley de Dios, no es más que blasfemia. En este caso es necesario matar a los no-creyentes por la buena razón de que desean sustituir la autoridad de Dios por la suya propia”.

Alí Belhadj, islamista radical argelino (1989).


Los últimos años 80 y primeros 90 estuvieron cargados de importantes acontecimientos políticos en especial en Europa, Oriente Próximo y Oriente Medio, y pasaron un tanto desapercibidos otros sucesos en otras partes del mundo. Por aquel entonces yo terminaba bachillerato y comenzaba mi carrera con lo que para mí también se convirtieron en años importantes, aunque claro yo no era plenamente consciente de ello, cosas de la juventud.

Por esos primeros años 90 llegaban preocupantes noticias de Argelia si bien parecía que la atención política internacional se centraba más en los acontecimientos en el este de Europa y en la Guerra del Golfo. La verdad es que no me paré a pensar mucho en aquellos años lo realmente cerca que geográficamente se encuentra Argelia de España, y es que no llegan a doscientos kilómetros lo que separan las costas de mi querida Murcia de las costas argelinas. Sería allí en Argelia donde comenzaría una guerra salvaje en 1992, y lo fue más que por el número de víctimas por la manera de guerrear o mejor dicho por la manera de matar.

Los orígenes de la Guerra Civil Argelina (1992-2002) hay que buscarlos en los años finales de los 80 cuando Argelia vivía difíciles momentos económicos. Argelia desde su independencia en 1962 venía siendo gobernada bajo un sistema de partido único con un régimen de corte socialista liderado por el F.L.N. (Frente de Liberación Nacional). Para finales de 1987 parecía evidente que el régimen no podría mantenerse por mucho tiempo. La dependencia económica del petróleo cuyo precio en el mercado internacional había caído sustancialmente hizo entrar al país en una importante crisis general.

Ante las masivas protestas de la población por el deterioro económico con un aumento del paro preocupante el presidente Bendjedid decide avanzar hacia la reforma. En 1989 introdujo una nueva Constitución en la que se anunciaba libertad de expresión y asociación. Para finales de aquel año fueron reconocidos por el gobierno varios partidos políticos entre los que estaba el islamista Frente Islámico de Salvación (F.I.S.).

En las elecciones locales de 1990 el F.I.S. arrasó con el 54 % de los votos. En las elecciones legislativas de diciembre de 1991 ganó en la primera ronda con el 48% de los votos, con lo que un gobierno islamista parecía inevitable. Este resultado no fue aceptado por el ejército entre otros motivos porque los líderes del F.I.S. ponían en cuestión lo idóneo de un sistema democrático. Había por tanto un palpable miedo sobre cómo actuaría un gobierno islamista en Argelia. En enero de 1992 el ejército canceló el proceso electoral, obligó a dimitir al presidente Bendjedid e instaló en la presidencia a Mohammed Boudiaf. También se arrestaron a muchos miembros del F.I.S. y se suspendieron muchos derechos constitucionales.

Tras estos sucesos los partidarios del F.I.S. comenzaron una guerra de guerrillas contra el gobierno. Los dos principales grupos guerrilleros fueron el Grupo Islámico Armado (G.I.A.) y el Ejército Islámico de Salvación (A.I.S.), éstos últimos convertidos en el brazo armado del F.I.S. Al principio los objetivos de los islamistas fueron el ejército y la policía, pero al poco tiempo algunos grupos radicalizados atacaron también a civiles. El G.I.A. declaró también la guerra al A.I.S. al conocer las negociaciones que éstos mantenían con el gobierno, aunque finalmente no llegaron a ningún resultado. Se convirtió entonces la guerra en una contienda a tres bandas de todos contra todos.

En los años 1997 y 1998 Argelia se vio sacudida por masacres muy sangrientas. Las guerrillas del G.I.A. se marcaron como objetivo pueblos enteros sin hacer distinciones de sexo o edad matando a decenas y en ocasiones a centenares de personas. Se destripaba a mujeres embarazadas, se desmembraba a niños, se cortaban los miembros de los hombres uno por uno, y se capturaban a mujeres para hacerlas esclavas sexuales.

Después de estas masacres el A.I.S., que en esos momentos se encontraba en una guerra total contra el G.I.A., decidió poner en claro su distanciamiento con la táctica sangrienta del G.I.A y el 21 de septiembre de 1997 declaró un alto el fuego unilateral e incondicional. Durante los meses siguientes el A.I.S. negoció la amnistía de sus miembros.

La táctica de masacrar a la población produjo deserciones en el G.I.A. la más importante la realizada en 1998 por el Grupo Salacista para la Predicación y el Combate, actualmente conocido como Al-Qaeda del Magreb. En los años siguientes a 1998 el G.I.A. fue lentamente destruido por las operaciones del ejército y para 2002 estaba prácticamente desarticulado.

La violencia no ha desparecido todavía de Argelia teniendo a Al-Qaeda del Magreb, movimiento heredero del Grupo Salacista, como grupo terrorista en la práctica de secuestros y atentados no sólo en Argelia sino también en buena parte del Sahel.

Las barbaries cometidas en Argelia no fueron menos que las que en las noticias de la primera mitad de los 90 nos llegaban desde la antigua Yugoslavia, y además esas masacres argelinas se perpetraron muy cerca de nuestros hogares del sur de España, pero la sensación era que se cometían lejos bastante lejos, tal vez porque aquellos sucesos ocurrieron en un continente el africano tan cercano y tan alejado al mismo tiempo de España.


PALABRAS ANEXAS

La fuerza moral de España en el ámbito internacional será directamente proporcional a la respuesta que tenga frente al conflicto del Sáhara Occidental, actualmente DEFICIENTE.


PRESIDENTES DE ARGELIA DURANTE EL CONFLICTO

Muhammad Boudiaf (11 de enero, 1992 – 29 de junio, 1992)
Ali Kafi (2 de julio, 1992 – 31 de enero, 1994)
Liamine Zéroual (31 de enero, 1994 – 27 de abril, 1999)
Abdelaziz Bouteflika (27 de abril, 1999 – Actualidad)

2 comentarios:

  1. Como yo, la mayor parte de los españoles no se enteró de estas barbaries, o acaso algún retazo lejano. Está claro que cuando hay (o no hay) intereses se mira para otro lado.

    Gracias por enseñarnos, una vez, un capítulo vergonzoso que no fue conocido.

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  2. Tengo la mano levantada y te digo..

    Presente !

    Un beso, Antonio.

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