martes, 9 de noviembre de 2010

La guerra interminable




Posiblemente no hay en el mundo país más asociado a la guerra en las últimas décadas que Afganistán. A esa condena amarga y agónica que supone todo conflicto bélico el país de los afganos ha estado vinculado desde finales de los años 70. Para las gentes de Afganistán la guerra es un presente continuo que parece no tener fin, y están tan habituados a ella que para muchos es su medio de vida. No ha habido paz allí desde 1978, por lo que se puede hablar de unas luchas que se alargan ya 22 años.



En este post quería tratar los orígenes de la problemática afgana, y las causas que desencadenaron la guerra a finales de los 70. Las razones y motivaciones de la lucha en Afganistán han cambiado de aquel tiempo hasta ahora, pero las guerras han continuado de manera ininterrumpida desde entonces hasta nuestros días.



El principio de la desestabilización tiene su origen en la decisión tomada por el gobierno afgano en 1964 de dar paso a una monarquía constitucional y democrática para la cual el país no estaba preparado. Lógicamente la democracia es el modelo político menos malo y el más deseado, pero no es menos cierto que la democracia es un sistema poco indicado para determinados países y en determinados momentos, desgraciadamente eso es así, y ese era el caso de Afganistán.



A partir de la aparición de la democracia empiezan a proliferar los partidos de ideología marxistas y pro-soviéticos que irían tomando fuerza y con los años desestabilizando el país. Afganistán estuvo siempre en una encrucijada entre la influencia inglesa y soviética hasta la Segunda Guerra Mundial, y a partir de entonces entre la influencia de la URSS y EE.UU. Supo en un principio, y en el marco de la Guerra Fría, mantener el equilibrio diplomático y por ello fue recibiendo ayuda de las dos grandes potencias, aunque fue la URSS quien ejerció mayor influencia. Afganistán era un punto geoestratégico clave para la URSS con la que guardaba frontera y eso explica en gran medida el papel de los soviéticos en aquella zona.



La influencia soviética empieza a tener importancia a partir de 1953 con la llegada al poder de Mohammed Daud, primo del rey Mohammed Zahir Sha. Pero en 1963 Daud es depuesto por el rey y se comienza con el proceso democrático. En 1973, aprovechando la ausencia del rey que estaba en el extranjero, Daud da un golpe de Estado apoyado por la URSS proclamándose la república. Sin embargo Daud iría girando su política hacia el mundo árabe y desligándose poco a poco de la URSS lo que llevaría a la intervención política soviética.



En la primavera de 1978 se produce un nuevo golpe de Estado con apoyo soviético para derrocar a Daud e instalar en el poder a los comunistas afganos con Taraki a la cabeza. La llegada de los comunistas y la introducción de políticas de corte marxista en un país islámico terminarían por convertir en un caos al país, surgiendo grupos rebeldes y produciéndose atentados terroristas continuamente.



Además, para ahondar en la desestabilización, los comunistas en el poder estaban divididos en dos facciones enfrentadas lo que llevaría al derrocamiento de Taraki y la llegada al poder de Amin, quien giraría su posición hacia el apoyo norteamericano. Este giro provoca a finales de diciembre de 1979 la definitiva intervención militar soviética. Se nombra entonces un gobierno títere presidido por Brabak Karmal.



La resistencia se organiza entonces en oposición a la intervención soviética y contando con la ayuda en armamento de EE.UU y China. La feroz resistencia de los rebeldes muyahidines y la puesta en práctica en la URSS de la Perestroika llevan a Gorbachov a mandar la retirada soviética en 1989. Ya habiendo dejado la ideología marxista en 1990 el presidente de la república, Mohammed Najibullah, pretendía una reconciliación nacional pero no pudo contener a los muyahidines que carecían de todo sentido de Estado. La república afgana de los comunistas duraría hasta 1992 cuando es derrocada por los grupos rebeldes.



La guerra no terminaría entonces ya que a partir de ahí las luchas internas por el poder continuarían entre los grupos y etnias que lucharon contra los soviéticos. Una de las etnias más importantes fue la pashtu a la que pertenecían los talibanes quienes conquistaron el poder en 1996. Esa continuación de la lucha junto con los hechos acontecidos en 2001 con el ataque a las Torres Gemelas propiciaron la entrada en escena de EE.UU como nueva potencia intervencionista con la intención de frenar el terrorismo islamista, alargándose de esa manera la lucha hasta nuestros días.



El futuro para Afganistán no está nada claro. La anunciada retirada de EE.UU. a corto-medio plazo puede provocar un regreso de los integristas islámicos al poder. Lo que más importa saber si eso ocurre es qué repercusiones para Occidente puede tener en cuanto al terrorismo islamista. Si hay algo que se intuye es que sólo la presencia de tropas occidentales en Afganistán puede evitar el regreso de los talibanes, y también está claro que esa presencia tampoco parece que sea razonable que se alargue en el tiempo. En definitiva, encrucijada para Occidente y guerra santa para los integristas islámicos.




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Notas:




Rafa acepto el reto de los reyes malditos, aunque eso requerirá su tiempo. Te agradezco tus retos porque me estimulan, además el tema me gusta y me gusta bastante.




Alma gracias por tus visitas, espero poder despertar en ti curiosidad por los temas planteados y si te sirven para aprender un poco de historia pues genial.

2 comentarios:

  1. Muy interesante este artículo, que afronta un hecho histórico actual, pero del que todos miramos hacia otro lado. Gracias a la conexion de hilos, tal y como lo has hecho, podemos conocer de forma rápida y sencilla los acontecimientos de este país, y su conexión con el resto del mundo, que fueron la causa de muchos de los problemas que nos acucian hoy.

    Por cierto: esta guerra va durando 32 años, no 22, como indicas al principio (un matiz sin importancia, pues la tecla 3 y 2 están muy juntas).

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  2. El impacto causado por una guerra es enorme y el resultado es desolador.

    En una guerra solo unos pocos ganan, pero son muchos miles los que pierden.


    Antonio, muchas gracias por la mencion, a mi esos detalles me sientan muy bien.

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