lunes, 13 de diciembre de 2010

Rusia y los Romanov (2): Pedro I el Grande

Hubo un zar de entre todos que destacó con luz propia y que dejó una huella indeleble en el tiempo, ese zar fue Pedro I (zar 1682-1725). Con él Rusia comenzó a ser la Rusia de Europa, la Rusia que caminó hacia Occidente por iniciativa de un soberano. Rusia era en el siglo XVII un oasis social a caballo entre Europa y Asia, aislada política y socialmente del resto de Europa. Con Pedro I Rusia empezó a ser un Estado más occidental gracias a una importante cantidad de reformas llevadas a cabo por el primer Emperador de Rusia.

Nació en 1672 siendo hijo de Alexis I y de su segunda esposa Natalia Naryshkina. No estaba destinado a reinar, de hecho esa circunstancia era bastante impensable teniendo en cuenta que tenía dos hermanastros con más derechos a reinar por nacimiento que él, Teodoro III e Iván V. Pero Teodoro III murió sin descendencia y con Iván compartiría el poder bajo la regencia de su hermanastra Sofía (1682-1689) y después hasta la muerte de éste en 1696.

Durante su niñez y adolescencia no estuvo muy preocupado de que fueran otros quienes ejercieran el poder por él y se vio abocado a una deficiente educación, no fue por tanto un soberano bien adiestrado. Pero su impronta supliría esa carencia. Su curiosidad le llevó a frecuentar el barrio de extranjeros en Moscú donde observó los progresos occidentales y aprendió políticamente con los comerciantes europeos.

Ya como adulto destacaba por su enorme estatura que superaba los 2 metros. Tenía un cuerpo mal proporcionado con respecto a su altura y sufría de un tic constante, sus piernas eran delgadas y su cabeza pequeña.

Pedro I buscó modernizar Rusia influido fuertemente por sus asesores occidentales. Reformas de todo tipo empezaron a surgir en un país diferente a todos, unas de las más trascendentales políticamente fueron las militares.

Rusia comenzó a nacer como potencia europea con Pedro I. El zar sabía muy bien que la base del poderío militar pasaba por tener una importante armada, y tener salidas por el Báltico y el Mar Negro de las que a pesar de su extensión Rusia carecía. El primer objetivo fue Crimea bajo el poder de los turcos otomanos a los que arrebató en julio de 1696 Azov fundando la primera base naval rusa en la región, aunque lo conquistado tuvo que devolverlo a los otomanos un año después. Más perdurable sin embargo fue lo conquistado a los suecos en 1721 tras la firma de paz que ponía fin a la Gran Guerra del Norte: Ingria, Livonia, Estonia, y parte de Karelia.

La historia de Rusia y el Imperio Otomano se tornó desde este tiempo hasta la llegada de los comunistas (1917) en permanente conflicto por el dominio de regiones de influencia entre los dos imperios. Pedro sabía que para poder enfrentarse a los turcos otomanos tenía que encontrar aliados en Occidente y con tal objeto realizó un viaje de incognito junto a una delegación rusa por Europa en 1697 al que se llamó la “Gran Embajada”. El viaje por Europa no logró su propósito, fundamentalmente porque en aquel tiempo Europa se encaminaba a una guerra continental, la Guerra de Sucesión Española, pero Pedro aprendió mucho de la cultura occidental lo que tanto influiría en su política posterior.

En 1721 fue proclamado Emperador de Toda Rusia, un título reconocido por algunos monarcas europeos, aunque no por todos por las connotaciones de supremacía política que suponía el título de Emperador. El zar se casó en dos ocasiones primero en 1689 con Eudoxia Lopujina y después con su sirvienta en 1707, quien años más tarde se convertiría, tras la muerte de Pedro, en la zarina Catalina I. De su primer matrimonio tuvo un hijo, Alexis, quien sufrió tortura y posterior muerte por oponerse a las políticas de su padre. De su segundo matrimonio tuvo 8 hijos entre los que estaba la que pasados unos años sería emperatriz, Isabel I.

Muertos sus hijos varones, Alexis y Alexander, decidió coronar a su esposa Catalina emperatriz en 1724, aunque Pedro seguiría ejerciendo el poder hasta su muerte un año después. Este traspaso de poder de esposo a esposa es muy singular y diría que casi único en la historia. Décadas después también ocurriría la misma clase de sucesión entre Pedro III y Catalina II, aunque en este caso sería forzada por un golpe de Estado.

Pedro I murió a principios de 1725 de uremia a los 52 años de edad. Hubo conmoción en Rusia y Europa aunque el verdadero pesar no llegó a la sociedad rusa. Pedro I trajo consigo beneficios importantes en algunas facetas para su país, pero también mucha crueldad. El historiador Kovayevski dijo de él que causó dolor a todos los que le rodearon y destruyó prosperidad y dignidad de todo aquel que tocó.

1 comentario:

  1. Como siempre, una exposición de la historia breve, intensa e interesante. La historia rusa es otra desconocida, pero gracias a estos posts nos enteramos de ella.

    Gracias por compartirlo.

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